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Actualizado: 23 jun 2018 / 22:35 h.
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  • ¡Buenos días!

Han pasado dos días y en mi memoria no puedo dejar de paladear los momentos vividos en los Jardines del Valle el pasado viernes, donde la hermandad de los Gitanos en una nueva iniciativa en pro de su acción social organizó la primera edición del Valle Gitano en la que se colgó el no hay billetes ante un aforo de casi mil personas. Una fantástica noche de verano en el jardín adyacente al Santuario, donde el olor a jazmín y romero se entremezcló con el arte del compás y la raza que sólo pueden darnos los gitanos. Antonio Ortega fue el encargado de presentar a voces de la talla de José de la Tomasa, Esperanza Fernández, Pedro el Granaíno. Los toques de Raúl el Perla, Paco Cortés, Manuel del Pati y un fin de fiesta donde Farruquito con su baile hizo vibrar hasta los mismos cimientos de las murallas. El arte se respiraba en cada rincón pero tuvo que ser la homenajeada Matilde Coral la que con sus recién estrenados 83 años, bastón en mano y sentada en una silla de enea la que demostró por qué Sevilla es Sevilla y el arte decidió vivir entre nuestras murallas. Bonitos recuerdos al también homenajeado, su marido Rafael el Negro y anécdotas entrañables en la voz de la embajadora del baile de nuestra tierra, que no pudo contenerse ante tanta emoción y al compás de bulerías dio la que ella mismo anunció «su ultima pataíta en un escenario», que mejor sitio que a escasos metros del Señor de la Salud y la Virgen de las Angustias. Enhorabuena a la corporación y que esto llegue para quedarse. Hazme un favor, sé feliz.