El espectáculo que vivimos después de cada atentado es atroz, sea en España o fuera de nuestro país. Salvo las víctimas, lo demás es vomitivo: las disputas de los medios a ver cuál enseña antes las vísceras, los responsables de nuestra seguridad tirándose los muertos a la cara, el racismo, la desinformación y el abono del odio entre civilizaciones. ¿En qué manos estamos, si un grupo de enfermos es capaz de meter una furgoneta en Las Ramblas a plena luz del día y destripar a decenas de inocentes, sin que nadie dimita un minuto después? Unidad, pacto antiyihadista, solidaridad con las víctimas..., todo esto está muy bien, pero, además de los terroristas, ¿quiénes son los responsables? ¿Qué importa el número de árabes que hay en España? Lo que importa es cuántos yihadistas tenemos conviviendo con nosotros y cómo se controla eso. Isabel San Sebastián es partidaria de echarlos del país, como ya los echamos hace cinco siglos. A quiénes, ¿a los yihadistas? Si una curtida politóloga dice esta barbaridad, ¿qué no podrán decir los que juegan a ser periodistas en las redes sociales?