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Actualizado: 24 jun 2017 / 21:20 h.
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  • El fuego, una amenaza de cada verano que ha sumido a Portugal en el sufrimiento

El fuego es una reacción química de oxidación violenta de un material combustible, con desprendimiento de llamas, calor, vapor de agua y dióxido de carbono. Es un factor ecológico, que actúa en el marco de la matriz ambiental en los ecosistemas naturales desde los tiempos más remotos. El fuego era un bien preciado al inicio de la evolución de los homínidos. Pero no podemos olvidar que es desestabilizador y destructivo, pudiendo producir la muerte. El fuego puede ser producido por un fenómeno natural, por ejemplo una tormenta. Si ocurre en invierno o verano genera problemas muy diferentes. Los fuegos naturales ocasionados por los rayos contribuyen a la estructura de los paisajes desde la sabana tropical hasta los bosques boreales. Las regiones del mundo con clima mediterráneo son especialmente sensibles a los incendios ocasionales motivados por causas naturales, y más en los escenarios venideros de cambio climático. En Andalucía el carácter mediterráneo se acentuará tanto en su amplitud (más meses secos y cálidos del año) como profundidad (magnitud de la aridez). Esta aridez se irá extendiendo desde las unidades bioclimáticas más secas y cálidas, ocupando el lugar de los enclaves frescos y húmedos, llegándose a producir una simplificación de la diversidad climática de Andalucía. El clima mediterráneo de Andalucía se volverá más extremo, y con ello la facilidad de inicio y mejor dispersión de un fuego aumentarán. Nuestra comunidad autónoma cuenta con excelentes dispositivos de detección, contención y tratamiento del fuego hasta su extinción. El Infoca de la Consejería de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio es un dispositivo que resulta ejemplar a nivel internacional, como puso de manifiesto el consejero de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio, don José Fiscal López, en la entrega de los Premios de Medio Ambiente de Andalucía, correspondiente a la edición de 2017, en Sevilla esta pasada semana. El Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil mantiene una situación de máxima alerta, ante la amenaza del fuego. También otros cuerpos de seguridad del Estado y Protección Civil, unidades del Ejército, Policía Nacional, Policía Local, Emergencias 112, bomberos de cada municipio, Grupo de Emergencias de Andalucía. Así como una generosa sociedad civil, solidaria con los problemas. Desde hace miles de años el fuego intencionado ha sido esencial para el mantenimiento de pequeños grupos humanos que han desarrollado una agricultura de subsistencia basada en quema y cultivo de pequeñas porciones de bosque. Pero hay otros fuegos intencionados, los realizados con malas intenciones motivadas por la venganza o la especulación, y también los inducidos por descuidos. Actualmente la densidad de población humana y los asentamientos concentrados, o dispersos, hacen que los efectos del fuego tengan efectos más graves. La prevención del incendio se basa, por una parte, en intentar evitar que se provoquen incendios forestales, y por otra parte en minimizar sus consecuencias una vez declarados. Pero también en el conocimiento del territorio y su potencial de inflamabilidad. La base científica de la prevención, contención y apagado de un incendio es básica. Hace falta más investigación básica del problema. Hace unos años en un congreso desarrollado en Portugal en el marco de la Asociación de Estudios Regionales, planteábamos la problemática de los incendios transfronterizos, cuando los dispositivos en naciones limítrofes son diferentes, así como el conocimiento de la estructura física del territorio. Hacen falta proyectos comunes transfronterizos para abordar estos problemas: el fuego no entiende de fronteras. El conocimiento cartográfico del territorio es esencial, permitiendo conocer la susceptibilidad de las formaciones vegetales al fuego, las zonas de mayor posibilidad de inicio y la propagación, en relación con los vientos dominantes bajo un escenario meteorológico determinado. Llega el verano, se encienden las alarmas y los dispositivos están alerta. Hay que esperar que si hay fuego sea casual, quizás un rayo, y pueda ser apagado de forma rápida. Para ello la colaboración de los ayuntamientos es esencial en relación con la limpieza del monte público, y deben recibir ayudas para el tratamiento y la gestión de los montes. Portugal ha sufrido un devastador incendio, con un grave balance de pérdidas económicas, ambientales y humanas, más de 60 muertos hasta el momento. España ha sumado sus operativos a los portugueses. Parece ser que las causas han sido naturales, posiblemente un rayo en una tormenta de verano y un escenario de intensa sequedad debido a las altas temperaturas. Abundancia de material combustible y elevada densidad de arboles con matorral mediterráneo han facilitado la expansión del incendio. Factores climáticos como los fuertes vientos, el calor y la sequía han favorecido la rápida expansión del incendio. Familias que intentaban huir del fuego han perecido en el interior de sus coches, una tragedia, en lo que ha sido el incendio más mortal ocurrido en Portugal hasta la fecha. Los escenarios de cambio climático que se avecinan pueden favorecer los incendios y hay que estar atentos. Hace falta tener una clara prevención de riesgos de incendios, acuerdos transfronterizos cuando la frontera no es fluvial, con cartografías y modelos comunes. Tenemos que tener una mejor cartografía de combustibilidad, un modelo climático y un modelo geomorfológico que permita conocer el movimiento del fuego en un momento dado con la mayor fiabilidad posible, así como una cartografía de puntos críticos de inicio de incendios. Hace falta una mejor gestión de los bosques, y para ello más inversión, y una educación ambiental que impida que las personas cometan descuidos. Y es necesario que nadie incendie el monte por motivos económicos y que no existan los pirómanos, unos enfermos que causan muertes.

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