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Actualizado: 16 ago 2018 / 20:25 h.
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A Granada la han dejado desde hace tres años sin un digno servicio ferroviario. ¡Cuánto aparecería como agravio y como moneda de cambio en el Parlamento de la nación y en los telediarios si lo sufriera una capital de provincia vasca o catalana!. Pero su Universidad, en la era de internet, se sobrepone a ese pertinaz aislamiento. Está acelerando cómo alcanzar excelencia. Y cómo acreditar, en términos comparativos, las mejores valoraciones internacionales del sistema académico patrio. La universidad granadina es la única de una ciudad española de su tamaño que se sitúa en el Ranking Mundial de Shanghai, tanto analizando especialidades como en términos generales, en los promedios de brillantez donde solo se mueven las mejores de Madrid y Barcelona. Tiene mucho mérito lograrlo lejos de las grandes capitales, donde la tendencia es acaparar dineros y talentos. La de Granada sobresale cada año y ya aparece en posiciones destacadas en los baremos de 34 disciplinas que se imparten en sus facultades.

La función social de las universidades no es ocupar tal o cual puesto en una clasificación. Pero es tan saludable como imprescindible examinarse con criterios globales. La razón de ser de una universidad es contribuir a la universalidad del conocimiento dentro y fuera de su campus. Otorgar reconocimiento a los departamentos cuya producción es más valorada con los criterios de la comunidad internacional también ha de servir para que los mandamases en rectorados y gobiernos exijan informes sobre cuáles son los de peor rendimiento, para que se pongan las pilas y emulen a sus compañeros. Sus cátedras las pagan los contribuyentes.

Ningún baremo es la verdad absoluta sobre la calidad de la docencia e investigación en la generalidad de sus aulas. Pero la de Granada no solo descolla en el Ranking de Shanghai sino también en otros análisis mundiales elaborados por instituciones y consultoras desde Europa. Y ello lo consigue no dedicándose únicamente a mentes maravillosas sino teniendo que atender a una elevada población estudiantil: 46.568 alumnos en el curso 2017-18. Si en el Parlamento de Andalucía sus señorías hicieran mejor los deberes, han de someter a debate qué se está haciendo especialmente bien en la Universidad de Granada, para aplicarlo cuando antes como patrón en la gobernanza de las demás universidades. Le pese a quien le pese en las taifas del provincianismo.

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