Image
Actualizado: 22 may 2017 / 21:50 h.
Facebook Twitter WhatsApp Linkedin Copiar la URL
Enlace copiado

Hace dos años fui al Rocío porque quería impresionar a una rociera que a pesar del esfuerzo que hice, calzando botos rurales y poniéndome un ridículo sombrero, tragando polvo y acabando rozado de tanto andar, pasó de mí. Incluso le escribí una soleá: Seré por ti rociero/ caminante del camino/ con sajones y sombrero. He tenido muchos meses para analizar el fracaso y voy a volver, aunque no para tirarle los tejos a ninguna rociera, sino por el placer de volver a vivir una fiesta flamenca en la casa de Juan Badía. Estoy perdiendo facultades de conquistador de una manera alarmante y no logro adivinar por qué. Hace años enamoraba a las mujeres por soleares y acababan bailando por bulerías, y de un tiempo a esta parte, se me van por peteneras. Creo que el fallo de hace dos años estuvo en el sombrero, que como no entiendo mucho me compré un tirolés austriaco de los de plumita. Y aún sigo con la duda de si fue por el tirolés o porque se me ha ido definitivamente el punto de galán. Iba a escribir hoy sobre el fracaso de Susana Díaz, pero he preferido hacerlo sobre el mío.