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Actualizado: 20 oct 2018 / 21:39 h.
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Nery Maldonado no tiene piernas. Con su silla de ruedas se ha integrado en la Caminata Migrante, la desesperada tentativa para recorrer más de 3.000 kilómetros, llegar a la frontera sur de Estados Unidos y ser admitido como inmigrante o refugiado. Nery tiene 29 años, y en 2015 sufrió la amputación de sus piernas cuando por vez primera intentaba huir de la miseria. Le detectaron en México como polizón en un tren de mercancías, como tantos otros que se camuflan en sus resortes, y buscando en marcha otro vagón donde camuflarse cayó a las vías. Tres años después, Nery empezó solo su segunda odisea. Su único patrimonio es su silla de ruedas. Cuando ya dejó atrás Honduras y comenzaba a rodar por caminos de Guatemala, le alcanzó el gentío de la Caminata Migrante, que ya agrupa a más de 4.000 personas, cada una con su calvario a cuestas. Se ha sumado y va a su ritmo porque su silla está en manos de quienes son solidarios de verdad: seres humanos que comparten sus escasos alimentos, sus maltrechas fuerzas y su natural impulso por dejar atrás las honduras de un mundo atroz.

Edil Moscoso, de 26 años, y Fanny Rodríguez, de 21 años, caminan desde hace semanas llevando en brazos a sus dos hijas, de 2 años y de 9 meses, respectivamente. En la Caminata Migrante hay centenares de familias como ellos, y en Centroamérica, México incluida, malviven millones de jóvenes como esta pareja hondureña. Su anhelo de tener hijos, con la alta tasa de natalidad que aún es costumbre en su entorno, se sobrepone a todas las dificultades e incertidumbres que condicionan desarrollarse en países con abismal desigualdad entre ricos y pobres. No solo para tener educación, sanidad, justicia, empleo y despensa, sino para vivir a resguardo de todas las formas de violencia que les someten y asesinan a millares cada año: mafias de paramilitares, de narcotráfico, de bandas juveniles,... Cuando la prensa internacional ha comenzado a viajar a la frontera de Guatemala con México, para conocer esta inusual convocatoria de hacer camino juntos para autoprotegerse de tantos desalmados que esquilman o acribillan a quienes intentan furtivamente y en solitario atravesar los estados mexicanos y colarse en Estados Unidos, descubren que ese peligro para la seguridad nacional del que hablan los presidentes Peña y Trump son personas como Edil y Fanny, con sus dos niñas pequeñas en brazos. Y si algún reportero les pregunta por qué intentan alcanzar una meta infranqueable, su respuesta es sencilla: “No vamos para tener cosas lujosas. Solo queremos que a nuestras hijas no les falte comida y ropa. No buscamos el sueño americano. Estamos huyendo de un Honduras en el que no se puede vivir con tanta pobreza y tanta violencia. No hay trabajo. No hay dinero. No hay ayuda del gobierno”.

En el puente Rodolfo Robles, sobre el río Suchiate, a una orilla Ciudad Hidalgo (México) y en la otra Tecún Umán (Guatemala), no solo América Latina, sino también Europa, África y Asia, se asoman a un Rubicón histórico. Puede que esta Caminata Migrante sea frenada, combatida y disgregada lo antes posible para impedir que dentro de México (donde millones de jóvenes autóctonos o centroamericanos pululan por llegar al norte y traspasar la frontera yanqui), el efecto llamada la convierta en una movilización gigantesca de víctimas de la pobreza que ningún gobernante sometido al escrutinio democrático se atrevería a acribillar. Pero en un planeta donde aumenta de modo exponencial la cantidad de personas que emigra forzosamente porque ya no se conforma con ser rehén de las atrocidades y miserias que le tocan en suerte por su lugar de nacimiento, y la cifra de refugiados asciende a 70 millones, muy pronto va a suceder que una caravana masiva y desarmada se impondrá a las fronteras y a los gobiernos para cambiar de rumbo el orden internacional. Difícil predecir cuál será el origen de la primera: ¿Venezuela? ¿Yemen? ¿Ucrania? ¿Nigeria?.

Morirán inocentes que no tenían vocación de pasar a la Historia sino de comer a diario y en paz. Con el paso del tiempo, como ha sucedido en tantas conquistas a lo largo de los siglos (derechos para los trabajadores, el sufragio universal, la igualdad para las mujeres,...), serán incluidos en el calendario anual de las conmemoraciones. Por haber contribuido a que el mundo penalice más a los gobernantes que arruinan el bienestar de la población que a los caminantes en su éxodo.