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  • La arboricultura tomada en serio

Juan Manuel Ruiz Cobos, presidente de la AMJA

(Asociación Multisectorial de la Jardinería Andaluza)

Los aconteceres que venimos viviendo en torno al árbol, al urbano, al que integramos en la urbe para que nos colme de bienes, me parecen motivo de reflexión serena y honda ante el desaguisado que amenaza ahora a todo el patrimonio arbolado de nuestras ciudades.

Sin que sea nuevo, la caída de arbolado o sus ramas, algo con origen o razón muy distinta pero que marca sin lugar a dudas el tiempo que me atisbo a visitar, es a mi modo de pensar algo que no termina de ser tomado en serio por los distintos actores implicados en su gestión.

Escuchaba el otro día a nuestro presidente en la Asociación Española de Arboricultura (AEA), Mariano Sánchez García, clamar a colación de trágico suceso del Retiro, sobre la importancia de que las decisiones en torno al arbolado urbano tengan un imprescindible e ineludible filtro por parte de los arboristas. Técnicos en el árbol y para el árbol que están entre nosotros y han de ser visibles y útiles. Debiéramos todos por tanto, hacer cosas para que la argumentación del que sabe de árboles se integre en nuestro quehacer, no hay más. Ahora bien ¿tenemos arboristas suficientes en España?, ¿Vale con decir ‘soy arborista’?

Por razones profesionales vengo coincidiendo por mi ciudad con algunas de las personas que, aun con juventud, acumulan una cualificación altísima en la cultura del árbol contemporáneo. Estos dos técnicos, que no me cabe duda de que están llamados a entregarnos mucho conocimiento en torno al mismo, que falta nos hace, me han llevado hondamente a reflexionar sobre lo que acontece en torno al árbol urbano en unas fechas en las que por diversas e incluso luctuosas razones, el árbol se ha puesto en el punto de mira y sobre todo de diana serradora. Y es que, si la jardinería requiere conocimientos de tantísimos campos que son imposibles de enumerar: historia, diseño, arquitectura, química, legislación... La arboricultura actual se vuelve aún más compleja y exigente en un ámbito además en el que la formación reglada como tal es casi inexistente y testimonial. Y siendo así, he de recalcar el valor que adquiere el que un señor, que habitualmente posee una formación universitaria convencional, se mueva con una agilidad, claridad de ideas y propósitos hacia el árbol que impresiona. Ellos, cualesquiera de los ETT (European Tree Technician, técnico europeo del árbol) y ETW (European Tree Worker, trabajador europeo del árbol) que se disponen a lo largo del territorio europeo y en particular en el español, se han dispuesto en la búsqueda de una cualificación excepcional que aúna biología, física, agronomía y para colmo, condición física en el caso de los ETW. Pues bien, siendo difícil encontrar inclusive quienes los formaran, desde el emprendimiento que les caracteriza y la singular personalidad que los distingue, han ido adquiriendo a su coste, una sabiduría y preparación que difícilmente, como ya recalcaba, podríamos encontrar en la formación reglada. En ello, toman una gran importancia, unos señores que desde allende los mares vienen a compartir sus conocimientos científicos a demanda de la AEA y en su caso, de estos inquietos aspirantes al noble quehacer de cuidador del árbol. A ellos, los arboristas, los he visto sufrir cuando alguno de estos abuelos ha caído. Hace unos días me susurro alguno de ellos... «Ha sido honesto hasta para caer», en alusión a un imponente ejemplar que pudo hacer mucho, pero mucho daño.

Esta vocacional y sofisticada dedicación, que requiere de una especialización enorme y trascendental, debe tener cabida en todos y cada uno de los municipios donde el árbol urbano pueble. Es por ello, que no se puede seguir integrando arbolado sin el debido asesoramiento técnico, el único que de forma clara nos acerca al éxito de una implantación, un manejo y un diagnóstico arbóreo respectivamente, y que sin dejar de ser una actividad biológica, es la única que de forma preclara, nos ofrece una tesis científico técnica sobre su devenir. De esta forma, la psicosis generada a raíz de los temporales acaecidos no se puede convertir en un arboricidio generalizado sin más argumento que el de la precaución. Leo de muchas provincias españolas que se apresuran a cortar y cortar, sin tan siquiera preguntar sobre el riesgo inherente que podría acumular el ejemplar en estos momentos y no tengo en cuenta hasta aquí, las podas de limpieza que requieren las vecindades y que el político sustenta y afianza o las costumbristas devenidas por la rutina contractual.

Desde nuestra visión como asociación que tiene como objetivos, recogidos en sus estatutos, la formación, información y concienciación sobre nuevas investigaciones, técnicas y metodologías que beneficien la profesionalidad del sector para mayor y mejor servicio a la sociedad, estamos obligados a exponer la realidad existente, que no es otra que conseguir un mayor número de especialistas en arbolado urbano, arboristas, que con sus conocimientos actualizados continuamente, avalen el estado de salud de las especies de nuestras ciudades y sean ellos los que, con argumentos técnicos científicos, propicien informes para decidir con una mayor seguridad y no caer en equívocos.

En definitiva, la formación en la disciplina de la arboricultura ha de continuar sumando alumnado, a la par que vamos incidiendo sociopolíticamente en la aceptación de los errores del pasado y en su corrección. No queda otra, pero habrá que hacerlo. ~

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