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Actualizado: 29 sep 2016 / 21:45 h.
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El quehacer del día a día tiende a engullir toda aspiración de altas miras de los ayuntamientos. Administraciones tan pegadas a la cotidianidad, que tienen que lidiar con la prestación de servicios públicos, la gestión de las necesidades de los ciudadanos y sus reclamaciones, el buen desenvolvimiento de esa maquina que es la ciudad, sus barrios, su tráfico, sus fiestas, sus espacios públicos,.... Y además los problemas, continencias o urgencias que puedan surgir. Además, no suelen ser las administraciones más modernizadas, ni las que cuentan con más medios, ni las más organizadas.

No obstante, como dijo el cordobés Séneca, «Ningún viento será bueno para quien no sabe a qué puerto se encamina». Y por eso, hace tiempo que las principales ciudades se dieron cuenta de que necesitan de planes, no solo urbanísticos, que definan sus estrategias a medio y largo plazo. Es la única posibilidad de ascender sobre los problemas y gestionar y gobernar en una dirección marcada. En nuestra ciudad ya pasaron los tiempos en que la ignorancia provinciana y el cinismo político se reían de todo lo que fuera diseño de planes. De hecho, los planes que se elaboraron a principios de la pasada década marcaron la mayor transformación de Sevilla en décadas.

Ahora, el Ayuntamiento quiere resucitar el malogrado segundo plan estratégico, actualizarlo y activarlo. Es una buena opción, las prioridades ahora son la pobreza estructural en muchos sectores, la necesaria diversificación económica, el impulso al desarrollo urbano, la educación, la cultura, la imagen de la ciudad... Tarea hay, y es importante que la ciudadanía se involucre en ella.