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Actualizado: 18 sep 2018 / 20:09 h.
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  • La importancia del compromiso

Convivencia, confianza y coherencia son valores necesarios para poder articular una sociedad en donde la democracia es el eje vertebrador de la misma. Hoy quisiera compartir con ustedes, estimados lectores, lo importante que es el compromiso.

Comprometerse implica apostar por impulsar proyectos que faciliten el desarrollo de las personas y, por tanto, de la sociedad.

El compromiso es ahondar, sin aristas, en los problemas que la sociedad tiene; para ello hay que situarse en el marco de la realidad en el que las personas estamos habitualmente. Hoy, en España, deberíamos hablar del envejecimiento, de la despoblación, de la cronicidad, de la sostenibilidad de las pensiones, del respeto a las creencias religiosas, de la atención a los colectivos vulnerables, de la economía, del empleo, en definitiva, de la sostenibilidad del estado del bienestar.

No es fácil encontrar un discurso coherente y serio sobre los temas mencionados, más allá de la utilización partidista de las diferentes fuerzas políticas. Los políticos deberían ser los más interesados en hallar soluciones conjuntas. Hay que señalar con tristeza, y no se trata de ser pesimista, que lo que se vislumbra al respecto es, cuanto menos, un camino sinuoso y complicado porque los responsables políticos no buscan, con la claridad que debieran, soluciones conjuntas.

Encaminarnos hacia el compromiso conlleva establecer, entre otros temas, programas de acción social, en donde las administraciones públicas junto a organizaciones avaladas por la solvencia técnica realicen programas diseñados de forma conjunta.

Para que esto pueda ser una realidad es preceptivo que se asuma el compromiso, por parte de quienes participan en la planificación de la acción social, de buscar respuestas trabajadas en equipo.

Todo lo anterior puede ser iluminado por el siguiente texto de la Gaudium et Spes cuando nos señala lo siguiente: «La aceptación de las relaciones sociales y su observancia deben ser consideradas por todos como uno de los principales deberes del hombre contemporáneo. Porque cuanto más se unifica el mundo, tanto más los deberes del hombre rebasan los límites de los grupos particulares y se extiende poco a poco al universo entero. Ello es imposible si los individuos y los grupos sociales no cultivan en sí mismo y difunden en la sociedad las virtudes morales y sociales, de forma que se conviertan verdaderamente en hombres nuevos y en creadores de una nueva humanidad».

Comprometerse supone no engañar porque si se engaña el compromiso queda inhabilitado. Construir proyectos es algo más que lanzar promesas. Construir un proyecto es contar con todos aquellos que tienen una voluntad sana de servir a los demás. Es imposible atender a las necesidades que las personas podemos tener sin la sinceridad. Hay que tener la convicción de que el compromiso nunca se debe abandonar.

Hoy asistimos, con tristeza, a un panorama político que rompe los valores de convivencia, confianza y coherencia. Se ha perdido el valor del compromiso, y somos tan ingenuos que pensamos que serán, ellos, los políticos, quienes nos ayudarán a dar respuesta a los problemas que nuestra sociedad tiene. Ellos, efectivamente, tienen la responsabilidad de servir y esto supone el que los ciudadanos veamos que buscan soluciones adecuadas y coherentes. Sin embargo, cada día más, nos percatamos que esta misión se aleja de su misión de servicio. El compromiso se cambia por autosatisfacer su propia visión de la sociedad. De seguir en esta dirección, en breve, tendremos una sociedad empobrecida y no me estoy refiriendo a la pobreza material de manera exclusiva, sino que subrayo una pobreza democrática. Sin compromiso la libertad se destruye.

Para superar esta situación es muy importante hacer nuestro lo que nos dice el Concilio Vaticano II, «la libertad humana con frecuencia se debilita cuando el hombre cae en extrema necesidad, de la misma manera que se envilece cuando el hombre, satisfecho por una vida demasiado fácil, se encierra como en una dorada soledad. Por el contrario, la libertad se vigoriza cuando el hombre acepta las inevitables obligaciones de la vida social, toma sobre sí las multiformes exigencias de la convivencia humana y se obliga al servicio de la comunidad en que vive. Es necesario, por ello, estimular la voluntad de participar en los esfuerzos comunes. Merece alabanza la conducta de aquellas naciones en las que la mayor parte de los ciudadanos participa con verdadera libertad en la vida pública».

El compromiso, es sin duda, el cuarto reto de la mesa de trabajo que he propuesto poner en marcha en mis anteriores reflexiones.