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Actualizado: 23 jun 2018 / 21:33 h.
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Las formas usuales en las relaciones sociales, no solo están en franca devaluación sino que, incluso, se valoran de forma peyorativa. Se sostiene que su eliminación fomenta la convivencia y el trato cercano. Sin descartar que se pueda producir algún efecto en ese sentido, nuestra opinión es que esas formas, admitiendo su evolución, tienen una importancia capital para la necesaria cohesión social y la ordenada convivencia. En las relaciones sociales, son el vehículo del respeto que merece toda persona y del especial respeto que merecen algunas por su significado social. Ciertamente, en las relaciones de familia, amigos, compañeros etc., las formas se relajan, tienen otro contenido. Pero nadie ajeno a ese ámbito puede pretender entrar en él unilateralmente y utilizar esas formas más relajadas, sin el consentimiento de los otros.

Por eso nos ha parecido loable el gesto del Presidente Macron hace unos días. Las imágenes recogidas en un acto institucional que conmemoraba el inicio de la resistencia francesa durante la ocupación alemana, nos han mostrado a un Presidente que se detiene ante un joven, que se le había dirigido con la expresión «¿Qué pasa Manu?», para afearle su conducta, hacerle notar la importancia de lo que se conmemoraba y solicitarle la utilización del título «Señor Presidente de la Republica» o, simplemente, el de «Señor» para dirigirse a él.

Y es que los dirigentes públicos tienen también que desarrollar una función formativa que está por encima de la «campechanía» que aconsejan los asesores electorales.