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Actualizado: 24 jul 2018 / 22:10 h.
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  • Liderazgo y Bien Común

Liderar implica desarrollar un proyecto de servicio a los ciudadanos. El líder es un gestor de la riqueza social que busca beneficiar a las personas. Por esta razón un empresario debería ser un líder, pero también el político. Ambos buscan, a través de sus iniciativas y proyectos, que las personas podamos alcanzar objetivos que nos lleven a tener una calidad de vida adecuada y saludable. En las sociedades desarrollas hablamos de una sociedad del bienestar.

Un verdadero líder sea empresario o político debe de fomentar lo que se podría denominar liderazgo compartido. Esto significa establecer una relación que genere un trabajo en equipo, teniendo como misión servir. Aquí, de nuevo, aparece la necesidad de mirar al bien común. Liderar desde esta perspectiva implica ejecutar un programa que mire a la generación de riqueza social.

Riqueza social y bien común están en una dinámica de común unión –en comunión–, por esta razón el líder es la persona que proporciona la posibilidad de construir un proyecto creíble y sostenible en donde el centro es el servicio a los demás y nunca en ensalzamiento de una persona en particular. Es muy clarificador lo que Chris Lowney nos dice en el libro que cité la semana pasada, los líderes imaginan un futuro inspirador y se esfuerzan por darle forma, en vez de permanecer pasivos a la espera de lo que traiga el futuro. Los héroes sacan oro de lo que tienen a mano en lugar de esperar a tener en la mano oportunidades de oro.

Les invito a ustedes, los lectores, a que hagan un breve recorrido entre las personas que conocen a nivel empresarial y a nivel político tratando de tejer una relación, por su manera de proceder, entre ser líder, liderazgo, riqueza social y bien común. Nos percatamos que en el mundo de la empresa nos encontramos a personas que buscan ejercer un liderazgo positivo y constructivo frente a otros que prefieren ser líderes sin sentir que su objetivo empresarial debería ayudar a desarrollar del bien común. Entre los políticos nos solemos encontrar liderazgos en donde se ensalza permanentemente a la persona que llamamos líder, estos habitualmente terminan perdiendo el sentido de la realidad y, tienen más en cuenta el marketing electoral que la búsqueda del bien común. Los hay que, de manera silenciosa, ejercen un liderazgo de proximidad a la gente y de servicio desinteresado, estos sí miran al bien común y, por tanto, fomentan la creación activa de la riqueza social.

El líder que busca el bien común es la persona, siguiendo a Lowney, que entiende lo que valora y lo que quiere, que se basa en determinados principios y se enfrenta al mundo con una visión coherente. La conducta del líder se desarrolla de manera natural una vez que se han sentado esos cimientos. Si no se ha sentado, la simple técnica no los reemplaza. Hoy tenemos a muchas personas, que llamamos líderes, apoyados en lo que se puede denominar liderazgo de la técnica demoscópica.

No sentir que ser líder significa servir y no imponer es lo que lleva a pensar a muchas personas que, cuando tienen un puesto de responsabilidad, pueden obligar a que los demás asuman su particular visión de desarrollar los parámetros que deben de regir las relaciones entre quienes formamos la sociedad. Sin embargo, la Doctrina Social de la Iglesia nos dice que para desarrollar un liderazgo constructivo es preciso reconocer que el bien común es un deber de todos los miembros de la sociedad: ninguno está exento de colaborar, según las propias capacidades, en su consecución y desarrollo. El bien común exige ser servido plenamente, no según visiones reductivas subordinadas a las ventajas que cada uno puede obtener, sino en base a una lógica que asume en toda su amplitud la correlativa responsabilidad. El bien común corresponde a las inclinaciones más elevadas del hombre, pero es un bien arduo de alcanzar, porque exige la capacidad y la búsqueda constante del bien de los demás como si fuese el bien propio.

El liderazgo es una oportunidad para generar la cultura de la riqueza social. Una sociedad no avanzará con equilibrio y con coherencia si no existen líderes que entiendan que su misión, bien en la empresa bien en la política es un proceso continuo de autodesarrollo. Estoy de acuerdo con Lowney en cuanto a lo que él subraya al decir que el liderazgo personal es una tarea permanente en la cual el conocimiento de sí mismo va madurando de manera continua, un buen líder acoge la oportunidad de seguir aprendiendo acerca de sí mismo y del mundo, y goza con la perspectiva de nuevos descubrimientos e intereses.

Hagámonos la siguiente pregunta e intentemos responder a la misma: ¿cuántas personas de las que conocemos en el ámbito político y empresarial en nuestra sociedad cumplen con lo que he escrito anteriormente para ejercer un liderazgo de servicio?

Es muy importante que nosotros mismos nos adentremos en intentar descubrir si nuestros políticos y empresarios son líderes, porque es la única manera que tenemos para descubrir que la riqueza social es un concepto necesario para construir una sociedad menos vulnerable y más comprometida. La riqueza social, concepto unido al bien común, precisa del trabajo en equipo entre políticos y empresarios. La próxima semana intentaré adentrarme en esta relación.