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Actualizado: 19 jul 2018 / 10:37 h.
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Hay cosas que mejor no tocar, entre ellas la historia y los sentimientos personales, aunque seas el presidente de gobierno. La historia de España es la que es, y lo que ha ocurrido ha ocurrido, son hechos históricos, pero no quiero que me la reescriban de acuerdo a mis intereses o a los de otros porque acabaremos haciendo un país de analfabetos, y no quiero eso ni para mi país, ni para mí, ni para mis hijos, ni para mis nietos; ni para nadie. Los sentimientos personales son algo privado que están formateados por mi genética y por como la vida me ha ido tratando y por como yo he ido tratando a mi vida, me ha costado mucho tiempo y trabajo llegar a tenerlos, es mi principal obra de ingeniería y de conocimiento humano. Los sentimientos es lo que me hacen sentir humano, mucho más que mi inteligencia. Conozco a mucha gente que son aparentemente muy inteligentes pero son un desastre en su vida personal. ¿De qué te vale conquistar el mundo si no tienes a nadie a quien querer o a alguien que te quiera y por los que sientas pasión? Eso es ser humano, y eso es parte de tu espiritualidad, yo necesito esa espiritualidad que me hace sentir que la vida merece la pena ser vivida. La vida merece ser vivida siempre, aunque las cosas vayan como vayan, el secreto de vivir es conjugar la vida con los mimbres que vamos encontrando y creando. Los políticos que quieren decirme y decretarme cómo debo vivir, cómo es correcto amar, o qué debo sentir están fuera de lugar y del tiempo, eso fue en otro siglo. El futuro nos lleva desde el pasado y a través de la espiritualidad a vivir pasional e inteligentemente el presente. Pero por favor que ningún político cometa la incorreción y el pecado de lo que debo o es correcto sentir, desear, amar, o incluso odiar, cuando eso ocurre es que son malos momentos para una lírica que también necesitamos.