No veo nada malo en que una cantante le haya puesto letra al himno de su país, aunque sea Marta Sánchez, que, según los que saben de esas cosas del dinero, paga fuera sus impuestos, lo cual no es un delito. Es más molesto la que se lía con estas cosas, con unos atacando el himno y la bandera y otros sacando los trapos sucios de la artista. Hay quien piensa que tenemos que pedir perdón por la bandera que tenemos en pro de la reconciliación de los españoles, como si eso fuera posible, aunque cambiáramos la bandera por un mantón de Manila y el himno por unas bulerías de Fernando el de la Morena. Los españoles no tenemos arreglo. Alguna vez he intentado odiar a España para ver qué se siente, y no me sale. Cómo voy a odiar el país de mis antepasados, que es, además, donde viven las personas que más quiero y se puede disfrutar de todo lo que me gusta: el mar, la sierra, el flamenco, el sol, los pueblos, las ciudades y la rica gastronomía. Para mí esto es mucho más importante que la bandera, el himno o la canción tan cursi que acaba de parir Martita Sánchez