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Actualizado: 29 sep 2016 / 23:32 h.
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Miremos con perspectiva. Miércoles 28 de Septiembre. Se presenta un informe oficial sobre el constante calvario de los jóvenes para intentar siquiera ganar un puñado de euros en el mercado laboral. En el Parlamento de Cataluña se confirma la promesa de un referéndum unilateral para romper España. Portavoces de la Comisión Europea reiteran su preocupación por la falta de voluntad de los partidos nacionales para pactar el Gobierno. Y ese día la aportación del PSOE, como Partido, Socialista, Obrero y Español, es una chusca batalla de dirigentes para negarse la legitimidad unos a otros, y hasta negarse el acceso a su sede central.

Partido a partido, desde que declinó hace 20 años el apogeo de la generación de Felipe González por no atajar la corrupción (verbigracia Roldán y Paesa, ahora de película), el PSOE es un partido que se ha partido. Véase la enorme disparidad electoral entre ciudades y pueblos, entre Norte y Sur, entre ancianos y jóvenes. Con defectos propios y con otros comunes a la desprestigiada e inmadura partitocracia española, donde el PP de Rajoy también está muy cuestionado. Y sin entender que están sirviendo mal a una sociedad harta de estar harta, mucho más desigual y más propensa a las desafecciones, donde los errores se llevan por delante tanto a un Rey que era intocable (Juan Carlos I) como a un partido nuevo y regenerador (UPyD). Y no será el único de los nuevos o viejos que se autodestruirá. Y la gente cogerá sin más otra papeleta, mientras sigue luchando para llegar a final de mes con el frigorífico dignamente surtido.

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