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Actualizado: 16 oct 2018 / 08:24 h.
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Este hombre que gobierna España mete la pata de vez en cuando porque el ansia de ser presidente lo ciega como a un niño, pero hay que reconocerle una fantástica ingenuidad que nos está poniendo como vieja sociedad democrática frente al espejo de nuestros deberes por hacer.

Pedro Sánchez ha escandalizado porque el Día del Pilar -una Virgen católica protagonizando la fiesta de todos los hispanos desde la madre patria, lo más lógico del mundo- quiso usurparle él, en calidad de presidente del gobierno de todos los españoles, el lugar al rey, como si viviésemos en una Democracia donde las anacronías se hubiesen superado. Y eso después de querer sacar de El Valle de los Caídos al dictador Franco, como si viviésemos en una Democracia que no pudiese soportar, casi medio siglo después, el símbolo vil de que en lo más alto de la sierra madrileña siguiera recibiendo honores el máximo responsable de esto que ahora llaman romper España. Y para colmo, ahora quiere subir a 900 euros el sueldo mínimo interprofesional, como si viviésemos en una Democracia donde no fuese suficiente con ese sueldecito de setecientos que, como el dinero no da la felicidad, ayuda en cambio a unir a las familias y a socializar a los bebés, pues estos entran en las guarderías con sus pañales porque es estupendo para ellos mientras papá y mamá son mileuristas entre los dos y las abuelas, tan nostálgicas de sus años más duros, se encargan de todo.

El problema de Pedro Sánchez es que, como un niño ante el rey desnudo, nos está obligando a deglutir demasiada vergüenza histórica sin un mínimo de tiempo. Así, de sopetón, con esa urgencia ineluctable de los niños cuando señalan las verdades con el dedo. Y, claro, la costumbre pesa demasiado como para acostumbrarnos antes de las próximas elecciones a que sea el presidente del gobierno quien protagonice el día de todos los españoles, y no un rey o una cabra; a que el dictador fascista que le partió el alma a España siga venerándose inmune en esta otra España; a que cualquier ciudadano empiece a trabajar para vivir y deje de vivir para trabajar. En fin. Cosas de niños. O de locos.

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