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Actualizado: 25 jun 2017 / 00:01 h.
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Los prefijos no son inocuos, el que usemos uno u otro tiene consecuencias. ¿Pluri o multi? ¿Qué somos? ¿Unas pocas o muchas? Porque dependiendo de la respuesta estaremos hablando de cosas distintas. Se habla de que España es un estado plurinacional intencionadamente y se evita, con la misma voluntad, hablar de España como estado multinacional. El prefijo pluri, dicen los lingüistas, no obliga a que lo compuesto esté conformado por muchas cosas. De hecho, cuando hablamos por ejemplo de un pluriempleado pensamos en una persona con dos trabajos, tres sería una exageración. Lo multinacional, sin embargo, implica más cosas que dos, muchas más. Por ejemplo, una multinacional es una empresa que tiene presencia en muchos países, si sólo la tuviese en dos diríamos que es una empresa con alguna proyección internacional.

Si España es un estado plurinacional, eso querrá decir que somos una comunidad política integrada por varias naciones, pero sin llegar al extremo de lo que seríamos si fuésemos un estado multinacional. De forma que solo estamos conformados por unas pocas nacionalidades, muy pocas, las que se cuentan con los dedos de una mano. Pero esto que se vende como un descubrimiento, como una verdad revelada recientemente, no es tal, todo esto ya lo sabíamos, así que nada nuevo sobre la piel de toro.

Si cogen una Constitución y la leen, actividad muy recomendable en los tiempos que corren, verán que el Constituyente de 1978 ya mencionó en su Preámbulo la idea de los pueblos que conforman España y que un poco más adelante –en el art. 2 CE– habla del derecho a la autonomía que tienen las nacionalidades y regiones, haciendo una distinción para nada inocente. No es momento de reproducir aquí lo que los andaluces sabemos de la diferencia que existía entre el art. 143 y el 151 CE. Si apuramos el argumento histórico, es como si el Constituyente hubiese advertido que España es un estado tan plurinacional como multirregional, distinción que conscientemente el Constituyente quiso que tuviese fundacionales consecuencias. Luego pasó lo que pasó. Andalucía haría trozos la idea con un referéndum inigualable y lo que vino fue el café para todos.

Lo plurinacional sigue desde entonces significando lo mismo, la reivindicación de la diferencia. Y esta es la gran pregunta, si queremos a la desigualdad como principio constitutivo de la organización territorial del poder. Porque si nos ponemos serios y pensamos en términos de 2006, el Estatuto de Cataluña que surgió del Parlament era más confederal que federal y esa pretensión fue la que se bloqueó, pues chocaba frontalmente con la idea de que somos una Nación compuesta y no un compuesto de naciones. Pero tampoco hemos asumido que somos federación, Estado federal. Y así entre lo que somos o podemos ser y lo que no somos o no queremos ser, se nos pasa una vida entera, como una maldición.