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Actualizado: 26 may 2018 / 22:59 h.
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No es que crea que las tengo todas conmigo, ni mucho menos. En realidad me inquieta profundamente, pero qué le voy a hacer, será que escondo un alma contestataria en esta existencia más que corriente. Confieso ya, para que me vapuleen: no he abierto ni uno solo de los mensajes sobre las políticas de privacidad que me han entrado por correo en los últimos días. Los he borrado y que sea lo que dios quiera. ¿A cuento de qué voy yo a perder mi tiempo en leer tanta tediosa letra pequeña con todo lo que me queda por leer de literatura de la buena y de la no tan buena pero placentera?

Digo yo que alguna ley me amparará sin necesidad de acogerme a esta enmienda. Que el derecho a la intimidad es un principio superior y que si yo no autorizo a divulgar y comerciar con mis datos siempre tendré las de ganar en caso de una eventual desavenencia. Creo yo sinceramente que esta nueva normativa es un lavado de cara legal a unas prácticas que solamente podemos atajar mediante la sencilla fórmula del apagón digital. Usted prescinde de internet y se acabó el peregrinaje de sus datos por el ciberespacio. O por lo menos, ojos que no ven...

Esta semana ha entrado oficialmente en vigor una nueva normativa de la Unión Europea sobre protección de datos personales, razón por la cual la mayoría de nosotros hemos visto cómo nos bombardeaban con mensajes de correo sobre la aceptación de las políticas de privacidad de las diferentes empresas con las que tenemos relaciones, en este caso a través de internet. Firmas comerciales, bancos, compañías y negocios en general nos hacen saber qué datos tienen de nosotros y nos preguntan expresamente si estamos de acuerdo con el uso de nuestros datos con fines comerciales y demás. Lo demás es eso otro, sea lo que sea, que debe resultar tremendamente rentable, visto el trapicheo que se traen los unos con los otros y los otros con los unos.

Dicho todo lo anterior, ¿quiere esta nueva normativa decir que ya nunca más nos van a saltar los mensajes esos de esta web usa cookies y si continúa navegando por ella quiere decir que acepta nuestra política de privacidad? ¿O que, sea cual sea la política de privacidad de la web en cuestión, a partir de ahora se les imponen unos límites que no van a poder traspasar? No sé, la web me confunde. A veces siento que mi relación con ella es puro chantaje. ¿Gratis? Que te crees tú que este gigantesco océano de posibilidades te va a salir gratis. Y ese gesto descuidado de quitar el mensaje de los cookies que se nos ha puesto encima del texto que estábamos leyendo, ahí, para molestar, es como dar nuestro consentimiento para esclavizarnos con tal de que nos permitan seguir enganchados al universo digital.

Un escalofrío me recorre la columna vertebral y no es por este tiempo revuelto y primaveral. Confío en que nadie me diga pues por no haber leído las condiciones de privacidad ahora te aguantas. A ver si voy a ser una desgraciada sólo por confiar en que la ley me protege desde mucho antes de que internet fuera el cerebro de la civilización, y me va a seguir protegiendo en las nuevas circunstancias.

Con lo fácil que sería obligar a las compañías que operan en internet a plantear una pregunta directa que se responda con un sí o un no: ¿Da usted su consentimiento para que intercambiemos sus datos con terceros? Así, así, una cosa clara, que es de lo que se trata. A esa contestaría yo aunque me saltara en cada conexión. Lo que están haciendo ahora... puro maquillaje.