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  • Sobre la posición y situación de Andalucía en el mundo

Por Manuel Jesús Marchena Gómez, Catedrático de Análisis Geográfico Regional. Universidad de Sevilla

Es tópico considerar por la evidencia empírica y la reiteración de los enunciados, de la posición afortunada y estratégica de Andalucía en el globo terráqueo. Básicamente por tres razones. Una primera, que ubica a Andalucía entre Atlántico y Mediterráneo, como llave entre continentes: África y Europa y el océano y el mar más transitados hasta el Siglo XXI (ahora el Pacífico). Andalucía ofrece una penetrabilidad costera extraordinaria con más de 1.000 kms. de costa y el Estrecho de Gibraltar. Una segunda, que deviene de esta situación geográfica, y que comporta una constante llegada de pueblos, mestizaje cultural, apertura y colonización, en una situación meridional en Europa (la meridionalidad andaluza), que se torna con un continuado declive luego de la posición central de Andalucía en la conquista americana, en una incontestable senda de perifericidad europea desde mediados del Siglo XVII. Y por fin, en tercer lugar, la feracidad natural (climática, edafológica, agrícola y minera), que es muestra de la profunda diversidad andaluza, de borde meseteño (Sierra Morena),el Valle del Guadalquivir y los dos tercios del territorio andaluz, producto en general, de la orogenia alpina: las Béticas.

Situación geoestratégica, encrucijada histórica de pueblos y dotación amplia de recursos naturales y culturales. Los tres tópicos de nuestra posición geográfica en el mundo. ¿Sirven todavía, en un mundo global? Desde luego, nuestros estereotipos de situación se han atenuado comparativamente y otras han virado de forma expresiva, creemos a peor.

En efecto, la percepción de las ventajas comparativas históricas tradicionales de Andalucía desde su posición geográfica han evolucionado, por decirlo retóricamente, y las ventajas de «estar en el mapa» o de «venganza de la geografía» nos parece, hace tiempo se han deteriorado. Precisamente por mor de la evolución de la mundialización del siglo XVI. Andalucía no consigue situarse como lugar central sosteniblemente, y se comporta desde este momento como una centralidad aparente por su situación geográfica (particularmente en la carrera de Indias) y verdaderamente periférica por su rol de tránsito de los metales americanos. Coadyuvándose una cultura rentista que fue perniciosa, junto a factores de desarticulación con el resto peninsular y el subsiguiente apoyo a Cataluña y el País Vasco por parte del Estado español, en la imposibilidad de una revolución industrial a la británica, para Andalucía.

La pregunta que nos debemos formular ahora es, cómo con la globalización se han visto mutadas y perturbadas, las condiciones seculares de una posición de Andalucía en el mapa aparentemente muy positiva, pero realmente nunca suficientemente aprovechada. Ello tiene su encaje en la intrínseca del comportamiento secular andaluz, subdesarrollado y retardatario, cuando las reales ventajas del comercio americano y el fracaso industrial (siglos XVII/XIX), hacen remover la virtual centralidad andaluza, hacia un retraso relativo con Europa, que aún no hemos sabido superar. La globalización en las postrimerías del siglo XX, no ha resuelto nuestra posición en el mundo, si no que ha profundizado nuestra carga meridional y periférica en la Unión Europea. Mantenemos una posición subsidiaria de Europa, incluso luego del potente desembolso europeo en Andalucía de fondos estructurales.

No hay razones de geografía que nos limiten, algunos piensan que la civilización andalusí, aún está buscando el sitio en el mundo, luego de ser conquistada por los castellanos, porque aquí tuvo su máximo esplendor. Esa geografía determina las dos grandes ventajas comparativas andaluzas, una secular, la agricultura mediterránea y su posterior agroindustrialización (la agricultura hidropónica litoral, sobre todo la almeriense y onubense) en el siglo XX. Y otra más reciente, motivada por ese litoral amplísimo antes mentado y la meridionalidad y precios relativos y capacidad instalada, del turismo andaluz.

Sin embargo por mucho que nuestra retórica al uso, nos haga percibir una lejanía de los centros de poder europeos contrapesada por situarnos en la centralidad logística por la segunda ruta marítima del mundo (Estrecho de Gibraltar) y como espacio de conexión logística y portuaria con África, no se comparece con la realidad, un aprovechamiento sino limitado de esta situación geográfica. Más bien, el Estrecho Gibraltar (Norte/Sur) se comporta como una de las fronteras más duras del mundo en las diferencias de renta per cápita, índices de desarrollo humano e indicadores sociales, educativos y demográficos. El drama de la inmigración ilegal, pateras y refugiados es prácticamente estructural y sin visos de solución real. No en vano, con Tijuana y San Diego (California); Israel y Palestina; Corea del Norte y del Sur, la frontera de Melilla, es uno de los pocos muros físicos levantados en el planeta y que responden a las desigualdades Norte y Sur.

Otro sector tradicional andaluz, la minería, también puede ser reflejo de lo que decimos. Se ha hablado del expolio minero andaluz desde épocas remotas, particularmente desde Roma. El fracaso industrial de Andalucía produjo la desarticulación final, si no es por los polos de desarrollo franquistas, entre minería e industria. La globalización ha permitido la reapertura del sector por el tirón de las economías emergentes y la explotación de yacimientos cerrados antes por deseconómicos, de grandes compañías transnacionales europeas, americanas y sudafricanas. Un sector procíclico y extravertido a las necesidades de los nuevos países industrializados, países que están tratando de salir del subdesarrollo manufacturando materias primas andaluzas, en este caso minerales. Antes era la explotación del desarrollo, ahora es la tracción del subdesarrollo quién ha reciclado y removido el sector minero andaluz. Pero no ha cambiado el sitio estructural de Andalucía en el mundo, ni relativamente hablando con Europa.

Ni la hipótesis de la geografía como determinante de nuestras ventajas comparativas, ni la de la cultura acomodada antes que rica, ni de la ignorancia (know how) por saber cómo se aprovechan los mencionados recursos de situación andaluces, nos explican ¿qué le falta a Andalucía? Y cada vez menos la teoría de la dependencia. Por qué no se ha comportado Andalucía como una sociedad emergente con la ayuda de los fondos estructurales europeos y la globalización. Los indicios tienen desgraciadamente cada vez menos componentes geográficos y da pereza reiterativa abundar en la historia de Andalucía, para achacar todo lo que sucede hoy a lo sucedido siglos atrás, a la manera argentina. Convendrá mirar hacia dentro y desde dentro, sobre todo a las élites andaluzas, también a las élites políticas andaluzas, en vez de desde fuera, para observar cómo se comporta Andalucía en la globalización.

La obsesión de culpar ideológicamente a la globalización de los males de Andalucía, otra vez una interpretación «desde fuera» de nuestros seculares problemas, no se compadece con lo que sucede en otras regiones del planeta, sobre todo los nuevos países industriales asiáticos. La importancia de la geografía y de la fricción económica y tecnológica de la distancia geográfica se ha aminorado con la revolución de las Tecnologías de la Información y la Comunicación, y otros cambios tecnológicos como la contenerización del tráfico marítimo y la competencia espectacular en el precio del sillón aéreo (llamado low cost).

Habrá que considerar, si el capital físico, si las transferencias europeas, si la inversión constante en capacidad instalada, es en sí mismo un camino cierto para la convergencia europea, para el desarrollo relativo, para una inserción más afortunada en la globalización. En el caso de Andalucía como comprobaremos, es que no. Nos falta inclusividad y competitividad, más tejido empresarial con dimensión y con economías de escala.

Andalucía y sus tres décadas de descentralización autonómica han sido espléndidas en el énfasis de la equidad (también territorial) y de la integración social. Por algunos se repite la falta de vertebración (sin explicarse de forma concreta el término) pero el sistema de ciudades andaluz es el más equilibrado del Sur de Europa (incluida toda la Península Ibérica) y las ciudades en la globalización, guste o no guste, compiten. Otra cosa es el localismo pacato (el que puso de moda Celia Villalobos), ese que no piensa en lo global para actuar en lo local, o especialmente como ocurre en la escala regional para justificar el retraso sobre otros espacios y territorios de España, de las élites rentistas andaluzas, o con las élites urbanas de las ciudades andaluzas para culpar de sus fracasos, al resto de las ciudades andaluzas, particularmente Sevilla.

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