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Actualizado: 28 mar 2017 / 21:34 h.
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  • Sol y luna

Por Marta de Osuna, ganadora de la IX edición de Excelencia Literaria

Hay un momento del día en el que Sol y Luna se encuentran en el cielo de la tierra. No perdura mucho tiempo, pero sí lo suficiente como para poder intercambiar algunas cuantas palabras. Un corto saludo, alguna mirada de reojo o incluso, si Sol había tenido un buen amanecer, hablaba ardiente de todo lo que había presenciado.

—¡Cuántas risas he escuchado! Ha sido un día espléndido. Hacía mucho que no ocurría nada parecido —exclamaba Sol exaltado.

Luna, discreta, asintió. Sol, molesto por no recibir una mayor atención volvió a intentar sacarle alguna mueca.

—Hoy me he sentido muy feliz y se lo he notado a los humanos. Que si estoy precioso, que si un sol brillante ilumina los caminos, que si soy la luz de sus vidas... Todas las frases bonitas han hecho alusiones a mí —dejó suspendida una sonrisa—. Luna, y tú qué...

—¿Yo? —balbuceó.

Sol, habiéndose permitido el lujo de expresar sus vanidosos pensamientos en voz alta, no pudo evitar decir lo que de verdad pensaba de Luna:

—Te dejo un día lleno de alegrías y tristezas, cargado de aventuras, de conquistas y de guerras, de hombres despiertos que hacen que el mundo progrese... La luz que les doy les infunde vida y sus vidas dan sentido a las nuestras. Lo aburrida que debes estar en la noche... Y lo triste. Siempre a oscuras, a expensas de la actividad del día. En tu tiempo ocurre lo prohibido, los crímenes, las mentiras... De no ser por mí, que te guardo las espaldas, los humanos ni notarían tu presencia. Por eso, supongo que te sientes sola.

Esperó impaciente la reacción de Luna. Lo que no se imaginaba fue la risa de Luna.

—¿Qué tiene tanta gracia?

—Ay, querido Sol... Sí, me dejas buenos momentos. Sin embargo, mientras presides el día, yo soy reina de la noche; mientras ves a los hombres corretear por el mundo, yo los veo soñar. Hablas de crímenes y mentiras, pero te olvidas de las pasiones y los secretos que habitan la noche. Soy excitante y hermosa, temible y afectuosa. Hasta los lobos corean mi nombre cuando aparezco llena. He escuchado las nanas más dulces y muchas me tienen de protagonista. He visto a los mejores genios hacer descubrimientos grandiosos —Luna echó una mirada al mundo—. Dime, ¿alguna vez has sentido la mirada de un humano? Tu luz los ciega, pero a mí me observan con estupor y admiración. ¿Les has visto cómo les brillan los ojos mientras observan las estrellas? Eso te es imposible y yo lo disfruto cada noche —suspiró—. Sol, te adoran, y no podrían vivir sin ti...—tan solo unos segundos les quedaban para hablar—, pero no te confundas, las cosas no son blancas o negras, buenas o malas y la noche no siempre es tan oscura como parece.

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