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Actualizado: 16 oct 2018 / 08:05 h.
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Ser un ignorante no es problema alguno. Al contrario, hoy en día, cuando todo se ha abaratado hasta el dolor, cualquier ignorante puede presumir de serlo y hacer o decir lo que quiera sin correr el más mínimo peligro. Ni siquiera le tacharán de serlo o de parecer más tonto que pichote. ¿Quieres ser escritor, guapo? ¿Sabes juntar frases y eso? Pues, ya está; ya lo eres, enhorabuena. ¿Eres universitario y no lees? ¿Eres licenciado y no pisas una sala de cine ni bajo amenazas? ¿Te las das de listo? Pues nada, aquí todo vale. Enhorabuena.

Tampoco representa un problema insultar con saña. ¿Qué pasa, es que ya no se puede decir nada? preguntan algunos que creen estar haciendo justicia o algo parecido. El caso es que teniendo una red social a mano puedes sentirte el rey. Hay que ser verdaderamente estúpido, pero no son pocos los que, aprovechando el revuelo y bloqueando al que insultan, se sienten grandes, duros e importantes. Efectivamente, estos son unos ignorantes. También lo son.

Resulta asombroso cómo algunos se llenan la boca con palabras enormes. ¿Problema? En absoluto. Dignidad, lealtad, amistad, valor o unidad. El que mira atónito conociendo la verdad no puede entender nada, pero la verdad la conocen pocos y eso de la dignidad viste mucho, eso de la unidad o la lealtad tiene un tirón enorme y son muchos los que se apuntan aunque no sepan de la misa la media, aunque no sepan que, por ejemplo, la única lealtad de algunos es la que rinden ante el dinero. Pero no hay problema si te apropias y haces tuyas y solo tuyas estas palabras tan grandotas. Total, casi nadie sabe ya lo que significan y representan.

Sirvan estos ejemplos para que se pueda pensar en qué situación nos encontramos. A mí, desde luego, me causa miedo, bochorno, perplejidad y un rechazo absoluto. No sé a ustedes, pero a mí sí.