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Actualizado: 11 sep 2018 / 22:30 h.
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  • Casado mueve ficha

Soraya Sáenz de Santamaría deja la política. Renuncia, incluso, a su acta de diputado en el Congreso. Y es este un final que no debe sorprender a nadie porque la política suele marcar unos ritmos y unas pautas bastante más rígidas de lo que se podría llegar a intuir. La fractura interna en el Partido Popular existe. Se irá arreglando con el tiempo, pero nadie puede negar que se ha producido una ruptura que divide en dos a los militantes: a un lado los que creen en el futuro que Pablo Casado ha prometido; a otro los que prefieren agarrarse a lo que tanto les aportó. Casadismo frente a Marianismo.

La marcha de Soraya Sáenz de Santamaría es la constatación de un distanciamiento entre grupos. Ella, al frente, ha tenido que escenificar el proceso de un modo personal. Pero ni ella ni nadie que siga en ese territorio que abandona la mujer que más poder ha acumulado en los Gobiernos democráticos de la historia de España reciente, encaja en el proyecto de Casado. Casado y su equipo es posible que respiren aliviados con esta decisión. Nadie sabía qué hacer con una mujer que tanto ha representado en la historia del partido. Y lo que se le ofrecía era, como poco, humillante. Sin embargo, ese descanso que supone no tener que pensar en cómo disimular una fractura interna, puede convertirse en un arma de doble filo. Porque Casado ya no arrastra lastre alguno. Al menos eso es lo que ha ido declarando a los cuatro vientos. Y eso le obliga a trabajar en el sentido que el mismo ha marcado como bueno. El Partido Popular necesitaba un lavado de cara y Casado ha prometido ser el líder que conseguirá renovar un partido político con gravísimos problemas de credibilidad, con una falta de ideología manifiesta y grandes problemas judiciales.

Casado está obligado a encontrar el hueco que le corresponde a la formación política que lidera. Le amenaza en ese espacio político el partido de Albert Rivera. Y es posible que la competencia entre ambos escore la situación actual hacia posturas más radicales y populistas. En ambos casos. Algo que pondrá las cosas difíciles a Casado y que pueden convertir el proceso de regeneración en un error político. Ya no hay lastres. Veremos.