Josep Borrell es el político que, por estar en el Gobierno de Pedro Sánchez, más prestigio personal se juega. Y el que más podría perder o ya está perdiendo. Hace unos días decía que los políticos presos catalanes que están en prisión podrían estar en la calle y no pasaría nada. No son pocos los ciudadanos que recibieron estupefactos las declaraciones del ministro Borrell. Ahora, Josep Borrell va a dejar escapar una oportunidad única respecto a la reivindicación de los derechos de España sobre Gibraltar; justo ahora que el brexit destroza, poco a poco, Downing Street. La razón por la que no se va a reclamar nada es que el marco construido para negociar el brexit no le parece que sea el más adecuado. Sin embargo, ese marco es el mejor y, seguramente, el único desde hace decenios. Se puede negociar la situación sin olvidar resolver la condiciones en las que podrán faenar los pescadores españoles de la zona o sin dejar de perseguir a los contrabandistas de tabaco. Tratar un aspecto no excluye el resto. El brexit se producirá y la situación en la que el peñón podría quedar era un asunto (hasta que Borrell ha anulado la posibilidad) favorable a los intereses de España. Nunca antes los miembros de la Unión Europea se habían colocado de un modo tan favorable para los intereses de España. Al contrario, antes no quisieron saber nada de este asunto que resulta tan fuera de tiempo. Se pierde la oportunidad de negociar desde un lugar privilegiado y con apoyos suficientes. El Gobierno ni lo intentará. Incomprensible.