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Actualizado: 16 sep 2018 / 22:54 h.
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  • Urgen soluciones

La costa andaluza sigue siendo el portal de entrada para los inmigrantes que llegan a Europa desde el centro y oeste de África buscando un futuro. Pero solo lo es para los que llegan puesto que son muchos los que pierden la vida al intentar la huida y pasan a formar parte de la enorme fosa común en la que se ha convertido el mar Mediterráneo. En el año 2018, dos tercios de los migrantes que han muerto encontraron su final en el Mediterráneo (1492 de 2255 personas). Este es un problema de carácter humanitario para el que no se encuentra solución.

La tragedia continúa avergonzando (al menos debería ser así) a todos los europeos que no terminamos de entender lo que sucede ni qué podemos hacer para evitarlo. La política comunitaria se ha visto desbordada, una y otra vez; ha sido incapaz de dar soluciones que fueran más allá de ir acumulando personas en campos de refugiados o edificios de internamiento que los países han tenido que diseñar y que siempre han estado por detrás de las necesidades que impone la realidad. Sin embargo, el problema solo puede ir solucionándose si se ataca la raíz del conflicto. Mientras existan guerras que inviten a la huida, mientras el hambre siga haciendo estragos entre los ciudadanos de países pobres que fueron abandonados por los ricos, mientras las mafias sigan operando con total impunidad en los países de origen o en los que sirven de plataforma última para llegar a Europa, ninguna política será suficiente para que la inmigración que termina en tragedia un buen número de veces se acabe.