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Actualizado: 14 jul 2017 / 09:18 h.
  • Isa Porras, en su refugio de Santa Cleta y rodeada de bicicletas. / Manuel Gómez
    Isa Porras, en su refugio de Santa Cleta y rodeada de bicicletas. / Manuel Gómez

—¿Qué significa ese nombramiento como vicepresidenta de la ECF?

—Es la importancia de que estemos todas las organizaciones ciclistas conectadas. Yo formo parte de A Contramano, la asociación local, que está conectada con ConBici, la coordinadora nacional, y todas están federadas en Europa. Y lo que significa es que voy a tener más trabajo y que tenemos una oportunidad de dos años de conseguir una relación más directa con Bruselas. Tú haces asesoramiento y tienes voz y voto en lo que se hace en la Federación Europea, que marca las directrices a todas las coordinadoras nacionales.

—Mujer y del sur. No es el perfil más habitual.

—No, aunque me insistieron mucho en decirme: no te hemos cogido porque eres una mujer y española. Es una organización muy tecnocrática y si no tienes una formación y un perfil profesional que vaya bien, los delegados no te van a votar.

—¿Qué hace la Federación Europea de Ciclistas?

—Aúna todas las voces de la movilidad sostenible y del ciclismo urbano y hace presión de lobby sobre todos los poderes fácticos. Y, sobre todo, trabaja a nivel técnico para promover el uso de la bici en ciudad.

—¿Haría un diagnóstico de la movilidad de Sevilla?

—Se ha llegado a un punto de saturación, que es cuando se realiza el carril bici y se llega a 72.000 trayectos diarios, y de ahí hemos visto que ha empezado a descender. Eso quiere decir que llega una siguiente fase donde hay que trabajar y, en esa segunda fase de ciudad, ese trabajo no se ha realizado, se ha congelado. No ha existido presupuesto, se ha desmantelado la oficina de la bicicleta. Entonces, vas seis años por detrás de lo que deberías. Esto ha sido por una decisión política.

Hay un punto positivo: que el cambio social se ha iniciado. La gente ya no ve ir en bici como antes de la construcción del carril. Sevilla se encuentra en un momento en el que lo que hay que hacer es lograr y apoyar el cambio social. No tiene que ver tanto con infraestructura o inversión económica. Se necesita la voluntad de apoyar ese cambio social y de conseguir ese cambio de comportamiento.

—¿La responsabilidad es solo de las administraciones?

—Las administraciones públicas tienen muchísima responsabilidad en cuanto a qué se fomenta en la ciudad y qué hacemos en temas de urbanismo y de movilidad. Y pueden hacer y provocar que las cosas bajen o suban. Por otro lado, siempre abogo por que las personas son muy responsables, pero tienes que estar informado. Las personas tienen la última voz. Tienes la elección de decir: cojo el coche o voy a trabajar en bici.

—La Comisión Cívica de la Bicicleta se ha reunido después de seis años...

—Que no se haya reunido en seis años es la realidad, lo que tenemos. Es una noticia en realidad catastrófica. Por otro lado, no hay que quitar mérito a la intención de retomar el tema. De momento estamos en palabras y en intenciones. En el momento que se empiecen a ejecutar las cosas, será alabado, porque hay muchísimo interés.

—¿Cómo valora el Plan Municipal de la Bicicleta?

—A nivel técnico está muy bien. Es un plan maravilloso que todos miramos con ojos de desconfianza sobre su ejecución. Es otro plan maravilloso, coincidimos todos y decimos: ojalá se haga algo. Pero como llevamos una lacra de seis años en los que no se ha hecho nada, hay mucha desconfianza. Y seguimos viendo y escuchando solo palabras. En el momento en el que se empiece a ejecutar, todo serán aplausos.

—Sevilla ha caído al puesto 14 en el ranking Copenhagenize, el gran referente internacional. ¿Cómo puede revertirse esa situación?

—Hay todas unas medidas elaboradas por A Contramano, pero se fundamentan no solo en infraestructuras, sino en una infraestructura social, de aparcamientos, pero sobre todo de trabajar desde otro punto de vista el tema social de la bicicleta. Nunca se ha hecho una campaña por parte del Ayuntamiento para fomentar el uso de la bicicleta.

—¿Cómo valora la labor de la Oficina de la Bicicleta?

—Ha pasado unos años de inactividad. Desde hace poquito ha vuelto a su funcionamiento y son los que se han encargado del plan de la bici. Necesitarían más equipo para abarcar un tema como este a nivel ciudad, pero es un comienzo. El equipo técnico tiene intención de hacer bien su trabajo. Queda la segunda parte: a ver si tienen la capacidad de ejecutar, no solo de redactar el plan.

—¿Hace falta autocrítica en el colectivo ciclista de Sevilla?

—La autocrítica es que teníamos que haber sido mucho más activos y reivindicativos en estos años. El colectivo ciclista se encontró con una situación ventajosa, porque de no existir a existir se pasó en muy poco tiempo. ¿Qué ha pasado? Que se ha estirado demasiado el tiempo, teníamos que haber sido mucho más reivindicativos y no tendríamos que estar exigiendo ahora que se ejecuten las cosas.

Otra autocrítica mía personal es que se necesitan mujeres en el sector ciclista. Si no hay una visión de equidad, al final las infraestructuras y todo se va a hacer con una mirada masculina. Y es cierto que este sector profesional está copado por los hombres. Es muy raro que encuentres a una mujer involucrada.