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Actualizado: 12 sep 2018 / 21:07 h.
  • Mari Cruz, en su punto de venta de la ONCE en Camas. / F.C.
    Mari Cruz, en su punto de venta de la ONCE en Camas. / F.C.

La mañana del pasado 23 de agosto, Mari Cruz, una vecina de Camas que lleva trabajando en la ONCE varios años, y que se ha ganado una clientela consolidada en el centro del pueblo, acudió a trabajar como cada día a su punto de venta, sin saber que iba a ser el día más infeliz como vendedora del cupón desde que se hizo cargo de esa labor.

Sin darse cuenta, en un momento de mucho bullicio, alguien pasó por detrás de ella, le cortó las cuerdas de la mochila que llevaba, sin saber muy bien qué contenía, y se marchó mezclado entre la gente. En esa mochila había 260 euros en efectivo, 70 cupones especiales para el viernes siguiente y varios rascas ya validados para venderlos. En total, el ladrón se hizo con 1.345 euros que Mari Cruz ha tenido que devolver de su bolsillo, porque su seguro no le cubre este robo sin violencia. Dos semanas después asegura que intenta olvidarlo, «mirar hacia adelante y ser positiva». Y motivos no le faltan, porque desde que se produjo este suceso los cameros le apoyan comprándole más cupones y rascas.

Todo pasó en cuestión de segundos. Varias personas se encontraban junto a ella. Algunas compraban cupones, otras rascas y otras cambiaban billetes con reintegros por otros. En cuestión de segundos notó que le faltaba la mochila, donde además estaban su documentación y sus llaves. «Llevaba parte de la recaudación del día anterior, y cupones ya validados, con lo que el ladrón, si le hubiese tocado, los podría haber cobrado sin problemas», recuerda esta mujer. El dinero en efectivo que llevaba correspondía a parte de la liquidación de las ventas del día antes. En la mochila, dice, portaba «lo normal para ir reponiendo los cupones que se van vendiendo en el expositor, para que siempre haya disponibles para la gente».

Con todo, se queda con lo positivo de este suceso. Desde que se supo la noticia, el pueblo de Camas se ha volcado con ella, y las muestras de cariño han sido incesantes. Hay otro matiz que es importante para ella: el hecho de que solo unos días antes dio un premio de 10.000 euros en un rasca, y si ese boleto hubiese estado en su mochila, el ladrón se hubiera hecho con él. Afortunadamente, no fue así, y aparentemente no había premios importantes en los cupones que le robaron. Controlar qué premios había en los rascas ya es más complicado.

Ahora, pasados los nervios del día del suceso, y pensándolo fríamente, Mari Cruz entiende que lo de menos ha sido el dinero que ha tenido que aportar para compensar la pérdida, y que fue peor el susto que se llevó ese día y la inseguridad que le provocó el robo.