Facebook Twitter WhatsApp Linkedin Copiar la URL
Enlace copiado
Actualizado: 09 sep 2018 / 21:34 h.
  • Los productores de tomates de Los Palacios y Villafranca posan con el alcalde. / El Correo
    Los productores de tomates de Los Palacios y Villafranca posan con el alcalde. / El Correo

Pese al compás de espera en el que permanece Los Palacios y Villafranca para que Récord Guiness certifique que un racimo de uva emparrada de los presentados al último concurso de sus fiestas patronales –con más de diez kilos– es en efecto el mayor del mundo, el tomate –aquí cariñosamente conocido como bombón colorao– sigue siendo la estrella del campo de esta despensa de la provincia que también presume de sandías gigantes y calabazas increíbles. La pieza ganadora de este año pesó 113,5 kilos. El tomate, sin embargo, es el auténtico emblema del pueblo porque no solo vive de la calidad –consiguió en 2012 la Marca Nacional Colectiva– de sus variedades –Genaro, Matías y Panekra, principalmente, aunque últimamente se han incorporado Valderrama y Montaner, entre otras–, y ni siquiera de la cantidad, pues este año se espera superar con creces el propio récord de producción establecido el año pasado con 12 millones de kilos, sino que además aglutina en torno a su concepto todos los orgullos de patria chica que este pueblo ha ido construyéndose en los últimos años al poner en valor la unión representada en el escudo municipal y la historia de dos pueblos que se unen en 1836: Villafranca de la Marisma y Los Palacios.

El tomate, que aquí se cultiva desde el siglo XVII, ha sido capaz de simbolizar todo eso, por fases, desde la crisis económica: porque hizo regresar al terruño a las nuevas generaciones de manchoneros que prefirieron otros nichos laborales y finalmente se unieron con sus padres; porque en 2013 fue capaz de unir no solo a las cooperativas de agricultores que ahora integran la Asociación de Productores del Tomate (Las Nieves, Frupal y Parque Norte) sino a los principales restaurantes del pueblo (Manolo Mayo, Casa Moral, La Pachanga, Casa Juanma y Taberna La Liebre, entre otros) en la elaboración de la mayor fritada de tomates del mundo, que efectivamente consiguió el Récord Guiness con 2.662 kilos que dieron para que todo el pueblo comiera provisto de 11.000 platos y 22.000 pedazos de pan; porque se erigió el 24 de mayo como el Día del Tomate Local; porque no hay acontecimiento social o deportivo donde el tomate no tenga su lugar; y porque, convertido incluso en producto gourmet gracias a la iniciativa de la empresa Tierra Palaciega –que produce y vende tomate frito y mermelada– a su dueño emprendedor, José Manuel Pérez Plata, se le reconoció el año pasado como Joven del Año.

En esta carrera de superaciones, el tomate palaciego, que ya se vende orgulloso con su marca en cualquier punto de España y fuera de ella, logrará este año superar los 12 millones de kilos de producción en un pueblo que ya es el que más superficie de invernadero tiene de toda la provincia y que dedica más de 60 hectáreas al cultivo del bombón colorao. Solo entre los pasados meses de abril y agosto, ya se han cosechado 9 millones de kilos, según datos de la propia asociación de productores que integran las principales cooperativas locales y el propio Ayuntamiento, con lo cual, solo con que la producción siga este ritmo y se parezca a la de otros años, es fácil que en diciembre se haya superado con creces esa barrera de los 12 millones de kilos. «La campaña de invierno no produce tanto como la de verano, claro, pero los tres o cuatro millones de kilos son prácticamente seguros», vaticina el concejal de Agricultura, Jesús Condán, doblemente orgulloso estos días porque se acaba de estrenar la web www.tomatedelospalacios.org, una plataforma digital en la que no solo se recoge todo lo relacionado con la joya del campo palaciego y su promoción, sino que se ofrecen datos de historia, cultivo y actualidad, además de explicar las principales recetas que llevan el tomate como producto principal, a saber, sopeao de tomates, salmorejo, tomate aliñado, sopa de tomate, fritá de tomates y mermelada, entre otras, todas ricas en licopeno, una sustancia antioxidante que no se convierte en vitamina A y que protege contra distintos tipos de cánceres y enfermedades del corazón.

En la flamante web, se explica que los tomates palaciegos se comercializan en base a tres categorías de mayor a menor nivel de exigencia, además de una categoría extra. El tamaño exigido para los de categoría superior se fija en un calibre mínimo de 35 milímetros para los redondos y asurcados y de 30 para los oblongos o alargados. Así, para garantizar la consecución de los criterios de calidad se imponen regímenes de tolerancias que impone un control que consigue desde un 90 por ciento, en los de categoría inferior, a un 95 por ciento, en los extras, las piezas que cumplen con los requisitos exigidos. Asimismo, están tipificados todos los puntos referentes a envasado y presentación para garantizar el perfecto estado de los tomates, etiquetándose sobre fondo rojo los de categoría extra, y con otros colores los de las demás, para permitir su fácil identificación por todos los agentes comerciales y el consumidor.