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Actualizado: 15 ago 2018 / 19:03 h.
  • Rosario asunta a los cielos de Burguillos
    La Virgen del Rosario de Burguillos volvió a la localidad tras dos meses retirada para su restauración. / F. J. D.
  • Rosario asunta a los cielos de Burguillos
    Los fieles acompañaron al simpecado hasta la iglesia parroquial. / F. J .D.

En el punto más alto de Burguillos se yergue la iglesia parroquial. Es el cielo de los burguilleros, al que ha ascendido la Virgen del Rosario en la víspera de la festividad Asunción. Tras permanecer retirada del culto para ser restaurada, la venerada imagen ha vuelto al cielo de su pueblo entre el fervor y la devoción de sus fieles, ansiosos de tenerla nuevamente entre ellos.

La tristeza por la ausencia de la Patrona unida a las ganas por volver a tenerla han ido acrecentando los nervios hasta su llegada. «No han sido ni dos meses, pero se ha echado mucho de menos. La Virgen tiene mucha devoción y nos chocaba entrar en la iglesia y no verla en el Sagrario», comentaba el hermano mayor de la corporación, Antonio Fernández.

Con dedicación se han ido preparando las celebraciones para recibirla. Era deseo de la Junta de Gobierno realizar una procesión con la Virgen, pero fue denegada por Palacio. Pero ello no ha sido inconveniente para organizar distintos actos en su honor, muestra del amor de los burguilleros.

La tarde del martes caía pesada y los nervios eran palpables por cualquier esquina del pueblo. La casa hermandad del Rosario se hacía templo para celebrar la misa. A su término, el simpecado que cada mes de octubre parte en romería hasta La Madroña salió en rosario público, acompañado de un numeroso gentío. El coro de la hermandad iba desgranando con sus cantos los misterios y las cuentas del rosario, mientras la insignia mariana se encaminaba, con creciente expectación, hasta la parroquia de San Cristóbal.

Llegada la procesión al templo se abrieron las puertas. Como elevada por ángeles hasta este cielo de Burguillos, la Virgen se mostraba radiante en el presbiterio. Aplausos y vítores, piropos y lágrimas dieron la calurosa bienvenida a la Madre. El rezo de unas preces, palabras de gratitud y el canto de la salve continuó el derroche de amor de un pueblo que por unos meses se ha sentido huérfano.

La Virgen se mostraba ataviada con saya y capa blancas, donadas por la familia Gutiérrez Vaquero. Sus ojos almendrados recibían con renovado resplandor a los burguilleros. Su sonrisa iluminaba su cara más nítida que nunca. El Niño bendecía a los fieles más sonrosado y hermoso de lo que se fue. Y Burguillos recibía a su Patrona con desbordada emoción.

La Virgen del Rosario es una talla de candelero datada en el siglo XVI, aunque remodelada en el XVIII. De esa época data el Niño Jesús, que muestra los mismos rasgos que la Madre. Los traslados y procesiones, los cambios de vestimenta y la huella de la devoción habían ido haciendo mella en las tallas. Si bien, su estado no revestía gravedad, era necesario realizar la intervención antes de sufrir daños irreparables, según explicó el hermano mayor de la corporación.

Fue en el mes de junio cuando la Virgen fue retirada del culto para su restauración. Un besamanos fue la devota despedida de la imagen, que desde el Sagrario vela por todos los burguilleros. Durante este tiempo, el simpecado con su efigie ha acompañado al Santísimo en su altar.

Trasladados Madre e Hijo al taller del escultor y restaurador Manuel Mazuecos, se les ha realizado un estudio radiológico completo para determinar las patologías que sufrían. La intervención ha consistido en limpieza, reintegración de lagunas provocadas por los alfileres al vestir a las imágenes, sustitución de las articulaciones de los brazos de la Virgen, restauración de sus manos y adaptación de un nuevo soporte para aguantar el peso del cetro. El Niño, por su parte, tras ser sometido a una limpieza se ha procedido a recuperar la policromía en los pies y manos y revisar los ensambles para consolidar la talla.

El templo bullía plegarias y agradecimientos. Nadie quería dejar pasar la oportunidad de poner al día a la Virgen de lo sucedido en su ausencia. Pasaba la media noche cuando con esfuerzo la parroquia quedó vacía.

De nuevo repleta se abrió el 15 de agosto, con la Virgen ataviada de Reina, estrenando una saya de brocado valenciano donada por los hermanos Teo y Antonio Fernández Cepeda. Entre su ropas, un chaleco de cuero para evitar la acción de los alfileres regalo de la familia Juan Viera. Y en sus manos, el rosario donado por Cayetana del Rosario Lucas.

Todo ha sido poco para agasajar a la Madre en su regreso. Entronizada en su paso, al término de la misa de acción de gracias la Virgen del Rosario fue trasladada en procesión claustral desde el presbiterio hasta su altar del Sagrario. Allí, como madre asunta a los cielos de Burguillos, la Patrona ha vuelto a ocupar el corazón del templo para seguir llenando el de sus fieles.