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Actualizado: 17 jul 2018 / 21:05 h.
  • Una casa de acogida en un antiguo convento
    Franciscanos de la Cruz Blanca, junto algunos de los voluntarios, que trabajan para hacer de este espacio un hogar para lo más necesitados. / M. M.
  • Una casa de acogida en un antiguo convento
    Algunos de los colchones donados por un hospital militar . / M. M.

Siguiendo la estela del Padre Patera, los Hermanos Franciscanos de la Cruz Blanca continúan realizando su labor en Arahal y han dado los primeros pasos para convertir el convento en un albergue para personas en riesgo de exclusión social. Desde su llegada a este municipio de la campiña sevillana no han parado de trabajar con el objetivo de hacerse un hueco en la comunidad.

Fue hace tres años cuando el convento de Nuestra Señora del Rosario abría sus puertas tras más de doce meses cerrado en el más absoluto abandono. Después de la marcha de las últimas madres dominicas, quienes permanecieron en el edificio cuatro siglos, con el consiguiente cierre del convento y el obrador, los Hermanos Franciscanos de la Cruz Blanca se hicieron cargo del mismo tras la cesión del Arzobispado de Sevilla de este edificio religioso, situado en el centro de la localidad.

En noviembre de 2015, llegaron los frailes al inmueble e iniciaron una importante labor social que tendrá su punto culmen cuando abran las puertas a un centro de acogida para personas en estado de vulnerabilidad. La intención de la congregación religiosa era, en un primer momento, levantar un centro de patología dual y un albergue para personas con necesidades especiales. Sin embargo, tras la dificultad en la concertación de plazas y la adaptación del convento –ya que es un edificio protegido– desde la comunidad se ha anunciado que se han iniciado los trámites para convertir el edificio en una casa de acogida para inmigrantes, refugiados políticos, etc.

Será en breve cuando comiencen las reformas necesarias para este proyecto. En concreto, para acondicionar el convento como casa de acogida temporal arreglarán la parte del edificio religioso datada de 1970 con adaptación de la instalación eléctrica y la fontanería. Del mismo modo, «se realizará una pequeña reforma a los baños para ampliarlos y hacerlos comunitarios en cada una de las alas de la zona donde están ubicadas las habitaciones», explica el hermano Martín Guevara, quien junto al hermano José María González permanecen en Arahal.

Tras realizar los planos de la mejora y ser aprobado por el Colegio de Arquitectos, están a la espera de la autorización de la obra por parte del Ayuntamiento. Son conscientes de que el verano ralentiza los trámites burocráticos, aunque creen que «a principio de curso se iniciarán las actuaciones». Una vez que tengan este documento en mano, se empezarán las obras de reforma para abrir cuanto antes la casa.

La Fundación Cruz Blanca será la encargada de gestionar el proyecto ya que «cuenta con experiencia y personal para sacar adelante la casa de acogida», con una previsión para 30 personas. Las dependencias privadas actuales de los frailes serán los futuros despachos y ellos pasarán a ocupar el noviciado, un edificio aledaño donde se instalará la comunidad.

Después de las obras será necesario adecentar el edificio con mobiliario. Hace unas semanas recibieron material procedente de un hospital militar en Ceuta. Desde allí llegaron camas y colchones, así como diferentes enseres que guardan en una gran habitación. Los voluntarios inspeccionarán el material necesario y harán su puesta a punto de cara a su posterior utilización.

La labor del grupo de voluntarios ha sido clave desde el principio en este adecentamiento del convento, que aún tiene partes que reformar a base de una buena capa de pintura. Ricardo se encarga del mantenimiento. Vive a escasos metros del convento y su vinculación familiar con la Cruz Blanca ha hecho que se vuelque con ellos. Tiene un pequeño taller en el patio y allí «diariamente» va arreglando lo que puede. Pero no solo se ocupa de este mantenimiento, actualmente está al frente de una campaña de medicamentos destinada a Venezuela, donde se encuentra fray Alberto Chávez, el primer morador del convento. Todo es bienvenido y no dudan a responder a todos aquellos que, a través del teléfono (955841163), ofrecen enseres o medicamentos.

Por su lado, Eli colabora desde los inicios tras los pasos de Jacob, otro voluntario que cuenta que «al principio no se podía entrar. Los jardines eran un bosque». Ahora realizan, además de las labores de mantenimiento del edificio, diferentes talleres de bordado, restauración, etc... con el «objetivo de poner en valor las pertenencias del convento», detalla Eli, licenciada en Conservación y Restauración.

Una vez inicien la casa de acogida, también los voluntarios realizarán labores específicas de docencia, como español para inmigrantes o acompañamiento. Además, piensan también en un economato de la fundación. Una labor social que dará, en breve, los primeros pasos en Arahal.