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Actualizado: 30 ago 2018 / 20:21 h.
  • El Barrio de Santa Cruz se abona al desconchón
    Desdichado aspecto de este rincón del Patio de Banderas, junto al Alcázar nada menos.
  • El Barrio de Santa Cruz se abona al desconchón
    Así estaba esta semana el callejón de la Judería. / Fotos: El Correo
  • El Barrio de Santa Cruz se abona al desconchón
    Daños en el pavimento de la plaza de Doña Elvira.
  • El Barrio de Santa Cruz se abona al desconchón
    De capa caída, literalmente, se encuentran algunas fachadas de estas calles tan transitadas por el turismo.
  • El Barrio de Santa Cruz se abona al desconchón
    Copia del mapa de España incluyendo Ceuta y Melilla en Joaquín Romero Murube.
  • El Barrio de Santa Cruz se abona al desconchón
    Las pintadas son otra de las peculiaridades del paisaje del barrio.

Para ser la postalita de Sevilla, al Barrio de Santa Cruz no le vendría mal que se le echara un millón de euros en cal. Hacía ya tiempo que no se veían tantos desconchones ni ese estado general como de desgana y de pereza, en contraste con su salerosa naturaleza como portal interdimensional por el que entran los turistas de otros mundos. No ayuda mucho a mejorar los ánimos el asomarse a la Plaza de la Virgen de los Reyes y observar la Giralda flanqueada por andamios y el pórtico del Palacio Arzobispal velado con redes de obra, pero al menos esto significa que se está actuando en ellos, que se están haciendo cosas. En Santa Cruz, ¿qué se está haciendo? El Ayuntamiento tiene en cartera un montón de actuaciones para las próximas fechas, como se verá ahora. Pero hay que temer que los desconchones han llegado para quedarse. Interprétese como una especie invasora. Como las cotorras de Kramer, ese desconchón zoológico.

Antaño, los propietarios de los caserones del lugar tenían el buen ojo de colocar robustas piedras de molino en sus fachadas para contrarrestar la afición de los cocheros a desconcharlas cuando pasaban con descuido y en estado moyatoso por esas estrechuras. Todavía son abundantemente visibles por doquier esos curiosos elementos, si uno se fija. Pues bien, parece que esa tradición se ha conservado con el paso del tiempo y ahora que ya no pasan carruajes por el lugar, los desperfectos siguen apareciendo por cualesquiera otras razones. Si a alguien le parece que la apariencia del caserío del barrio más turístico de una ciudad no tiene importancia y no afecta a su imagen ni a su turismo, que se dé un paseíto por Europa y juzgue.

No hace falta entrar con la lupa gorda para tener un reportajito curioso ahora que los periodistas estamos tiesos de temas gracias al verano: los desperfectos están por todas partes, grandes y elocuentes, y en las calles más señeras y frecuentadas. Se unen con ello a las viejas pintadas que no han desaparecido de las persianas metálicas de las tiendas (eso es ya más complicado, porque son criaturas nocturnas con una prodigiosa capacidad de proliferación, como las cotorras). Hace una semana, la prestigiosa revista estadounidense Travel+Leisure colocaba a Sevilla como quinto mejor destino europeo y primero de España tras Florencia, Roma, Estambul y Oporto, cosa celebradísima por las autoridades, cuando lo cierto es que ese descuido general con el que Sevilla se mira a sí misma, y que en el caso de Santa Cruz se hace tan patente, no le hace mucha justicia a esa recomendación.

Poco cabe reprochar en asuntos de limpieza pública: para ser lo que es y tener el trasiego que tiene, bastante suerte es que cada imperfección del pavimento tenga alojada una colilla, en atención a ese axioma que indica que los vacíos de poder tienden a ser ocupados. El Barrio de Santa Cruz está razonablemente limpio, prueba de lo cual es que uno tiene que estar andando todo el tiempo sobre charquitos. Pero el empedrado bien se merece una visita al dentista, porque está perdiendo premolares en cantidad y no parece que sea por falta de calcio. También puede quedarse sin dientes quien, por ir mirando con embeleso a los gorriones cagándose en los faroles esmerilados, acierte a encajar la puntera de su zapato en uno de esos agujeros y se dé de boca contra la historia viva de la ciudad. Sería un daño por amor, lo cual no deja de añadir romanticismo al entorno, tan decimonónico él, aunque quizá sería interesante ver el modo de evitarlo en lo sucesivo: los empastes están carísimos. Con suerte, la caída sobre un charco reduciría la percepción del impacto, si bien no restaría nada al menoscabo moral resultante. Más al contrario.

Nada de esto tendría una importancia vital si las autoridades locales y los propios nativos no estuvieran convencidos de que el turismo es lo que puede salvar al mundo. No hace falta volver a esa discusión, al menos mientras no sea necesario habilitar catacumbas para que los paisanos puedan ir todavía de una punta a la otra de la ciudad sin estorbar a alguien que hace una foto y sin tener que aprender cómo se dice en japonés por favor, ¿sería tan amable de sacarme el codo del duodeno? Pero puestos a aceptar que eso es verdad, actuar en consecuencia sería una reconfortante prueba de coherencia. El argumento de que son los propietarios quienes tienen que hacerse cargo del lustre de sus fachadas para que cualquier parecido con Sarajevo sea pura coincidencia es una excusa boba que esta ciudad, dotada de instrumentos para decidir sobre la disciplina urbanística, no puede permitirse.

Así que, ¿qué va a hacer la municipalidad? Pues en el pavimento y en los desconchones, rien de rien, como dirían los que se toman las paellas a las once y media de la mañana en la Plaza de Doña Elvira. Pero, para ser justos, sí anda en otras tareas de relevancia que ya ha propuesto al vecindario tras meses de trabajo y encuentros. Una de ellas, muy llamativa: la aprobación, ahora en septiembre, de un modelo de normas de convivencia entre el turismo y el vecindario de Santa Cruz a través de un documento suscrito por el Ayuntamiento, los propios vecinos y el sector turístico «que fije unas normas de convivencia en cuanto a los recorridos a realizar por el interior, los puntos en los que se deben realizar las explicaciones al turismo o las medidas que se deben adoptar para mejorar la convivencia entre los grupos turísticos y los residentes», según informaron esta semana fuentes municipales. Otra cosa será que esto luego se cumpla, porque a ver quién le dice al guapo del turista alemán que no se puede parar en esta esquina a que el guía le explique qué narices es ese ventanuco. sino que debe hacerlo dos calles más allá.

Otra cosa muy importante que quieren hacer también es ampliar el modelo de imagen publicitaria única de Avenida de la Constitución y San Fernando a todo el Barrio de Santa Cruz, para que aquello no sea el berenjenal que todos conocemos, y con intención de extender este mismo principio a otras zonas históricas de la ciudad. Es decir, que la idea es que siga siendo postal. Serán cenizas, más tendrán sentido. Polvo será, más polvo enamorado, que dijo Quevedo al pasar por el Callejón del Agua. Antes de caerse al charco, claro.

Más cosas que se van a hacer:

Veladores: El Ayuntamiento «ha constatado que de unos 50 establecimientos hosteleros del Barrio de Santa Cruz, solo en dos casos no tienen abiertos expedientes disciplinarios por exceso de ocupación de veladores o por instalarlos sin licencia. Hay casos significativos como Pasaje Vida y Pasaje Andreu en los que intervino recientemente la Policía Local. Ninguno de los veladores instalados en estas vías tienen autorización», indicaron fuentes municipales esta semana. Los criterios que deben prevalecer sobre veladores son dejar paso, no entorpecer el acceso a viviendas ni a tiendas, especial atención a las plazas de la Alianza y Doña Elvira para que se garantice la accesibilidad y que estén pegados a fachadas salvo en casos excepcionales, amén de protección de la muralla y entornos patrimoniales protegidos. Con estos principios compartidos con la asociación de vecinos se está elaborando un documento que se presentará a la Comisión de Veladores en septiembre iniciando así el mismo proceso que se siguió en la Avenida de la Constitución y San Fernando.

Arte y naturaleza: Están en fase de adjudicación unas obras de conservación en la Cruz de Cerrajería situada en la Plaza de Santa Cruz por un montante de 10.800 euros. En licitación andan los juegos infantiles que quiere poner el Ayuntamiento en los Jardines de Murillo por 35.000 euros y junto a la calle Antonio el Bailarín. En esos jardines, la Delegación de Parques y Jardines está haciendo obras de restauración de diversos elementos patrimoniales y de recirculación del agua en las fuentes, con un presupuesto total de 48.228 euros. Los trabajos durarán cuatro meses al ser muy minuciosos, para tratar de recuperar, en palabras del equipo de gobierno, el esplendor patrimonial de este histórico espacio verde de la ciudad.