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Actualizado: 12 ene 2018 / 11:31 h.
  • Cinco siglos de historia

En el siglo XVI, en el año 1527, con estilo arquitectónico del plateresco y junto al importante y grandioso en dimensiones convento de San Francisco, ya desaparecido, se comienzan las obras de una de las partes del Ayuntamiento de Sevilla. Anteriormente el Cabildo de la Catedral y de la ciudad de Sevilla, compartían un lugar de reunión al que se le llamaba Corral de Los Olmos, un patio con arcadas junto a la Catedral. En estos años del siglo en cuestión, Sevilla se convierte en la ciudad más importante de Europa por diferentes motivos. El rey Carlos I de España y V de Alemania se casa con Isabel de Portugal en Sevilla, en el Alcázar, y somos la ciudad que conecta a Europa y América a través de nuestro navegable río Guadalquivir. Por estos motivos históricos y estratégicos, se decide llevar a cabo la obra que la ciudad merece para tener un Ayuntamiento acorde con su importancia.

En el siglo XIX comenzaría la construcción de la segunda parte del edificio en el espacio que había dejado la desaparición del convento de San Francisco, es cuando el consistorio aumenta considerablemente en metros cuadrados.

La sala capitular es donde se reunía el Cabildo de la ciudad para tomar las decisiones importantes sobre Sevilla y sus ciudadanos, eran los caballeros veinticuatro. Con el comercio de la época entre Sevilla y América existían muchos traficantes y el vandalismo era patente, por ello se decide retomar las leyes de los Reyes Católicos en la reconquista de Granada para dirigir y vigilar la urbe. Los concejales por entonces, en el siglo XVI, debían de ser nobles, cultos y pertenecer a la ciudad de Sevilla. En esta sala están representados en la bóveda con relieves de piedra todos los Reyes de Castilla desde Alfonso III hasta Carlos I, y como curiosidad hay que contar que todos ellos aparecen con un cetro y una espada menos el rey Carlos I que se aprecia con la espada y la bola del mundo, como conquistador. Es una sala pequeña, acogedora, bella y se utilizaba sobre todo en verano por estar en la planta baja y ofrecer una temperatura más fresca. Actualmente se utiliza esta estancia para ruedas de prensa y reuniones y es un verdadero lujo poder disfrutar de la misma.

La sala del apeadero es de estilo gótico y era la entrada al consistorio en la época, por ella accedían al edificio tanto los carruajes como las personas de a pie. Se aprecia en ella también ya un paso al renacimiento y muchos símbolos donde están reflejados el emperador Carlos y también su esposa Isabel de Portugal acompañados por columnas de estilo manuelino.

La zona alta del siglo XVI se construye a partir del año 1550, segunda mitad del siglo, y en ella podemos comentar una sala de los pasos perdidos que suelen tener todos los palacios, que es una antesala, y que en la actualidad se utiliza como estancia de espera del despacho de alcaldía. Todo un lujo el poder hacer espera en un lugar histórico como este. Destacar de nuevo la piedra y en este caso el mobiliario, bargueños del siglo XVIII y XIX, retratos tanto originales como copias de personajes ilustres como el de Bartolomé Esteban Murillo o también el autorretrato de Velázquez. La figura de Carlos II el Hechizado, último rey de los Austrias de la familia de los Habsburgo, se encuentra en un cuadro imponente que existe a la entrada y que llama la atención.

Y para ponerle la guinda a este lugar nada más espectacular que poder apreciar las vistas de la plaza de San Francisco y la avenida de la Constitución al abrir los descomunales ventanales.

Y contigua a esta estancia está la sala capitular alta, justo arriba de la anterior. El artesonado es una autentica joya original de madera dorada, en el centro del mismo aparece ya el escudo de Felipe II, hijo de Carlos I. Durante más de 400 años esta sala se ha utilizado como salón de plenos para las reuniones importantes de la casa consistorial. Hoy en día es sala de gobierno, donde se reúne la junta de gobierno local. Sesiones de trabajo en un entorno del que uno puede presumir comentando que se construyó hace cuatro siglos.

Existen dos magníficos cuadros originales de Valdés Leal de la escuela barroca sevillana, obras que se pintaron para el convento de Santa Clara en Carmona y donde estuvieron desde el siglo XVII hasta principios del siglo XX cuando las monjas los vendieron en un estado que ha necesitado una importante restauración. Es una pincelada del histórico Ayuntamiento de la ciudad de Sevilla.