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Actualizado: 11 jun 2018 / 09:51 h.
  • La atalaya de San Marcos
    Marta, la floristera de San Marcos, se despide de nosotros tras visitarla. / Reportaje gráfico: El Correo TV
  • La atalaya de San Marcos
    Charlotte, una francesa con alma flamenca.
  • La atalaya de San Marcos
    La actriz Adelaida Polo es vecina de San Marcos.
  • La atalaya de San Marcos
    Madre Soledad y Madre Benilda, filipenses de Santa Isabel.
  • La atalaya de San Marcos
    Juan Caballo, propietario del bar Santa Marina.
  • La atalaya de San Marcos
    Jamón del Rincón Sagrado.

Ni se imaginan las ganas tenía de hacer este programa de ¡Mira qué barrio!. Sé, porque lo compruebo a diario, que la zona norte del Casco Antiguo está llena de gente buena y luchadora, de lugares con encanto, de rincones de ensueño. Es un lugar único para pasar las horas más felices. Para contarlo, nadie mejor que los vecinos de San Marcos, el barrio en el que esta semana hace su parada nuestro programa y que es ejemplo de un vecindario y unos comerciantes que son capaces de darse la mano para lograr lo mejor para su barrio. De eso tiene gran parte de culpa su presidente, Yeray Iglesias, siempre colaborativo y siempre sin reloj si se trata de ayudar a su gente.

Él nos dio su mano para recorrer una hilera de calles en torno a la plaza, y a la torre de San Marcos, que nos enseñaron un mundo maravilloso e historias únicas. Como las de Marta y Pepe, que regentan la floristería y droguería del lugar, dos de los negocios más antiguos. Ambos son ejemplo de una de las herencias más hermosas, la que legan los padres, la de la felicidad de dedicarse a lo que les gusta. Como Pedro, la cara visible del Rincón Sagrado, uno de los últimos en abrir sus puertas pero que ya es un parroquiano más. Ayer y hoy, qué más da, si el secreto del éxito es el mismo.

Todos se desviven por un barrio que acoge a todo el que llega. Es el caso de Charlotte, francesa de alma flamenca que da lecciones de constancia en sus ensayos diarios en el corralón de Castellar. Misma calle donde el joven Jesús Cepeda se labra un futuro a base de gubia y olor a madera para ser uno de los escultores con más proyección. O Cinthia, hija del barrio, que no da puntada sin hilo para hacer maravillas del textil. Lo mismo te forra un zapato, te hace un traje a medida o te apaña un desavío de última hora.

Ya ven que San Marcos tiene un corazón tan alto como su torre, como sus vecinos, que se reunieron con nosotros en ese rincón de la belleza que es la Plaza de Santa Isabel. Jóvenes y mayores, todos quisieron decirnos con sus ojos iluminados lo grande que es su barrio. Hasta el padre Isaac, emblema de la parroquia que mantienen los Sagrados Corazones, ejemplo de superación ante la adversidad, y que es el cura de este pueblo llamado San Marcos. Con talentos jóvenes, como el de Adelaida Polo, actriz que triunfó en Mar de Plástico y que dio sus primeras carreras en el patio del colegio Luisa de Marillac, uno de tantos como hay en esta zona.

Total que tan bien lo pasamos que hasta el delegado del distrito, Juan Carlos Cabrera, quiso sumarse a la visita para contar que en breve retirará los molestos contenedores de la plaza para ponerla más bonita. Está grabado delegado. No les falle. El Correo fue una vez más notario de sus palabras. Como tampoco fallan nunca las religiosas filipenses de Santa Isabel. Madre Benilda y Madre Soledad fueron nuestras guías por un convento que es la gloria de la solidaridad, el cariño y la educación y que constituyen un tesoro que no tiene precio.

Y para terminar, parada obligada en la casa de Juan y Loli, el bar Santa Marina. Un local pequeño, pero lleno de encanto, que no hace justicia a la grandeza de sus dueños. Son una gran familia que hace más de 25 años decidieron poner sabor a la vida de unos vecinos que ya son parte de ella. Y así nos fuimos. Bueno, yo no me fui, como no lo haré nunca. Así que si me pierdo algún día ya saben dónde encontrarme. Allí, en ese rincón bendito del cielo que va de Santa Marina a San Marcos, que fue calzada real y que hoy es calle San Luis.