Facebook Twitter WhatsApp Linkedin Copiar la URL
Enlace copiado
Actualizado: 15 sep 2018 / 11:17 h.
  • La celeridad, clave en los 1.900 casos anuales de sepsis
    Intervención en un caso de sepsis por parte de la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) en el hospital Infanta Margarita de Cabra (Córdoba). / El Correo
  • La celeridad, clave en los 1.900 casos anuales de sepsis
    Carmen de la Fuente, presidenta de Samiuc. / El Correo

Poco conocida pero terriblemente perniciosa, la sepsis o septicemia es una afección médica grave causada por una respuesta inmunitaria abrumadora ante una infección. Se producen hasta 1.900 casos al año en Sevilla, de los que alrededor de 650 pueden desembocar en la muerte del paciente. De ahí la importancia que adquiere la detección y tratamiento precoz; y en ello insisten los expertos con motivo del Día Mundial de la Sepsis, que se ha celebrado este jueves.

«Es importante el conocimiento de la población de lo que es la sepsis para que sepa identificar los síntomas de emergencia, igual que se hace con el infarto o el ictus, y no se llegue a la fase final del fallo multiorgánico», explica Carmen de la Fuente, presidenta de la Sociedad Andaluza de Medicina Intensiva y Unidades Coronarias (Samiuc), y que ejerce como jefa de servicio en el hospital Reina Sofía de Córdoba.

La septicemia se produce cuando las sustancias químicas liberadas a la sangre para combatir la infección desencadenan una inflamación generalizada, que en los casos más serios puede desembocar en el fallo de uno o más órganos, lo que se conoce como fallo multiorgánico. En el peor de los casos, la presión arterial baja y el corazón se debilita, lo que lleva en ocasiones a un shock séptico e incluso a la muerte.

Pese a su extraordinaria gravedad (cada 3-4 segundos se produce en el mundo una muerte por esta enfermedad), la sepsis es aún una gran desconocida entre la sociedad, si bien en España afecta al año a unas 50.000 personas, de las cuales unas 17.000 pueden llegar a morir por complicaciones diversas. Se trata de una cifra 13 veces superior a los fallecidos, por ejemplo, en accidentes de tráfico y muy superior también a las muertes provocadas por cáncer de mama, de colon o de páncreas.

Resulta fundamental actuar con rapidez, como recalca la doctora De la Fuente: «Los casos de sepsis que se resuelven con éxito están directamente relacionados con la rapidez con la que se instaura el tratamiento. De este modo, un reconocimiento precoz de los síntomas y el inicio de un tratamiento adecuado en las primeras horas puede reducir la mortalidad de forma significativa. Los pacientes tratados de forma adecuada la primera hora sobreviven en un 80 por ciento de los casos, reduciéndose hasta el 15-20 por ciento a partir de las 12 primeras horas».

En este punto cabe resaltar la importancia del Código Sepsis, un protocolo de actuación multidisciplinar ampliamente extendido entre los hospitales de la comunidad andaluza y que permite a los profesionales sanitarios reconocer una situación de infección grave del paciente y poner en marcha rápidamente todas las medidas de diagnóstico y tratamiento disponibles, con su derivación inmediata a la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) dado que son los sanitarios de referencia en el manejo del paciente en situaciones críticas como la que plantea la sepsis. La filosofía es detectar de forma precoz los síntomas de una infección grave, a través de los médicos de cabecera, de las urgencias y de las UCI.

Pese a la rápida y favorable respuesta que se ofrece desde estos servicios a las personas afectadas por la sepsis, la presidenta de Samiuc recuerda que cada año se incrementan los casos de esta afección en correlación a la mayor esperanza de vida de la población, con pacientes más ancianos, con mayor número de enfermedades y tratamientos que pueden facilitar su aparición, de ahí la necesidad de seguir concienciando a todos los agentes implicados con el objetivo mundial de reducir la incidencia de la sepsis de cara a 2020, hecho que se pretende conseguir mejorando la sensibilización y conocimiento sobre esta dolencia, favoreciendo el acceso a los servicios de rehabilitación adecuados y reduciendo las complicaciones a medio y largo plazo.

Carmen de la Fuente admite que hay aspectos por mejorar en este proceso: «Es cierto que no tenemos registros como en otras patologías tiempo-dependientes», esto es, aquellas en las que el pronóstico depende de la rapidez de actuación. De ahí la necesidad de dotar al sistema sanitario de «herramientas para poner en marcha medidas de monitorización (analíticas, signos clínicos), para que las infecciones no evolucionen a sepsis».

Las infecciones que originan sepsis con más frecuencia son aquellas que afectan al sistema urinario y respiratorio (caso de la neumonía, por ejemplo), las producidas en la piel o la meningitis.

Los síntomas frecuentes de la sepsis son fiebre, escalofríos, respiración y frecuencia cardiaca rápida, dolor muscular, aparición de sarpullidos en la piel, confusión y/o desorientación. Muchos de estos síntomas también son frecuentes en otras afecciones, lo que hace que la sepsis sea difícil de diagnosticar, en particular, en sus etapas iniciales.

POBLACIÓN DE RIESGO

Las personas con un sistema inmunológico debilitado tienen mayor riesgo de sufrir un cuadro de sepsis. Esto se produce fundamentalmente en las personas adultas mayores de 60 años, los menores de un año, aquellas con enfermedad crónica de pulmón, hígado o corazón, diabetes, VIH o a las que se las haya extirpado el bazo.

Pese a todo, cabe destacar que la sepsis puede prevenirse y es, de hecho, una de las causas de muerte más evitable en el mundo. Para ello, es esencial prevenir cualquier tipo de infección (el 80 por ciento de los casos se originan fuera del ámbito hospitalario) a través de vías como la higiene básica o la vacunación. El reconocimiento temprano de la infección o de la sepsis, en su caso, resulta esencial para salvar vidas.

Muchas de las personas que sobreviven a la sepsis se recuperan por completo y regresan sin problemas a la normalidad. Pero otros pacientes, en particular aquellos con enfermedades crónicas preexistentes, pueden sufrir daño permanente en los órganos. Por ejemplo, a alguien que ya tenga disfunción en los riñones, le puede causar insuficiencia renal para la que sea necesario recibir diálisis de por vida.

También hay indicios de que la sepsis grave altera el sistema inmunitario de las personas y las hace más vulnerables a futuras infecciones. Algunos estudios han mostrado incluso que las personas que han tenido sepsis tienen un mayor riesgo de presentar varias afecciones médicas.