Cuando uno pasea por la plaza de San Juan de la Palma hay muchas cosas que le llaman la atención. Desde hace un tiempo, en el retablo que está en el exterior del templo se puede apreciar un brillo extraño. Un brillo que no estaba previsto cuando se hizo la obra y que nunca había tenido. Hasta ahora.
En 2018, se cumplieron cien años de la obra del azulejo que se encuentra en la plaza San Juan de la Palma y que fue donado por su autor, Manuel de la Lastra y Liendo, Marqués de Benamejí, que fue nombrado Consiliario honorario y que posteriormente ocupó el cargo de Teniente de Hermano Mayor. El retablo cerámico, propiedad de la hermandad, se encuentra en un estado deplorable en sus uniones, que han necesitado de cinta adhesiva transparente para que no se caigan los azulejos.
Estos hechos se deben a que se ha debilitado el mortero de agarre, perdiéndose sobre todo en las juntas de unión, como se puede observar en las fotografías. El resultado de ese proceso es que las baldosas han perdido sujeción y están en evidente riesgo de desplome inminente, como lo manifiesta claramente los abombamientos de la zona inferior del retablo y el sonido a hueco que tienen esos azulejos al golpearlos levemente.