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Actualizado: 12 may 2018 / 11:36 h.
  • San Diego, oasis para vivir
    Loli Molina lleva años enseñando a bailar en su academia de sevillanas.
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    Clases de aerobic en el centro cívico.
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    Una de las plazas peatonales características del barrio de San Diego. / Fotografías: El Correo TV
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    Carnicería situada en la zona de los comerciales.
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    Berni, una de las peluqueras históricas del barrio.

Viajamos de nuevo a la zona norte de Sevilla. Aterrizar en este entorno es viajar a la memoria de la ciudad en los años 70, una época de apertura a la Democracia y de expansión de una urbe que empezaba a respirar más allá de la muralla del Casco Antiguo. Fue en esa época, en la década de los 70, donde se fija el origen de lo que hoy día es la barriada de San Diego, en el que ¡Mira qué barrio! hace su parada de esta semana.

En esos años comenzaban a alzarse los primeros bloques, construidos sobre tierras baldías, huertas y cortijos centenarios. Eran edificios de entre 7 y 12 plantas que empezaban a colonizar la entonces Carretera de Pino Montano. De las barriadas que hoy rodean al barrio no había aún ni pensamiento. Lo poco que subsistía en la zona era la antiquísima barriada de Los Carteros, situada entonces a las afueras de Sevilla, y en la que se apreciaba la esencia y el carácter propio del pequeño pueblo.

San Diego fue creciendo poco a poco y hoy tiene 53 bloques repartidos en sus dos fases: los azules o la parte antigua y los marrones, la zona más moderna. Es un barrio eminentemente familiar, al que se mudó una generación joven que empezaba a formar su familia y cuyos hijos han sido el alma de sus bloques. También es característica su zona comercial, muy nutrida, con bares, mercerías, fruterías y negocios para el día a día.

Pero esta barriada puede presumir de tener todos los servicios al alcance de la mano: dos colegios, una guardería, una parroquia, centros deportivos y, la joya de la corona, una infinidad de zonas verdes que conservan a la perfección sus propios vecinos. Un vecindario que se trata como una familia y que ha luchado mucho por el futuro de esta zona. Para la historia quedan sus velás, una de las más conocidas, con casetas montadas en cada uno de sus bloques.

Hoy en día es uno de los barrios residenciales de Sevilla con más calidad de vida, en el que hay una población superior a las 10.000 personas. Por tener tienen hasta una revista, Habla San Diego, que hoy ha dejado de imprimirse y se difunde por internet. También se modernizan en este barrio. Viviendo allí, su gente dice que es feliz. Y poco más hace falta a estas alturas de la vida.

Debo confesarles que San Diego fue el barrio de mi infancia, por eso esta semana no he podido evitar emocionarme al recordar tantos lugares, tantas vivencias y al volver a encontrarme con la buena gente que hace de este barrio uno de los lugares más tranquilos para vivir. San Diego es un oasis verde en la zona norte de Sevilla, de altos bloques y parcelas diseñadas milimétricamente, en el que una generación encontró el hogar perfecto para formar una familia.

Lola, una de las vecinas más activas, fue nuestra guía por San Diego. Su mano nos marcó el camino para visitar los comercios. Conocimos el supermercado en el que compra todo el mundo, la mercería a la que llaman el Corte Inglés de San Diego, su pescadería, su carnicería y, por supuesto, la frutería de Isabel, parada obligatoria del buen género y tierra en la que se cultiva la sonrisa del buen ambiente. Nos atrevimos a ponernos en las manos de Berni, la peluquera que ha peinado a casi todas las novias del barrio, muchas de ellas niñas a la que también arregló para su Primera Comunión. Hasta visitamos la Peña Bético-Sevillista, la única de toda la ciudad, en la que convive el verde y el rojo, como en sus calles el azul y el marrón de las dos fases de viviendas construidas.

Y para acabar, un tapeo de altura en el Bar González, parada obligada de la buena gastronomía de barrio en la que los boquerones en adobo nos dieron la gasolina suficiente para conocer a Loli y su escuela de baile. Arte puro para una afición que ha dado la vida a muchas niñas del barrio. Y qué decir de la parroquia, el corazón del barrio, donde el padre Javier ha dado un impulso inolvidable a la comunidad parroquial. El motor de la fe y de la ayuda a quien lo necesitan.

Así es San Diego, como su gente, un espacio preparado para las oportunidades, un lugar hecho con el alma de las familias cuya historia personal que ha crecido de la mano del barrio. Es esa otra Sevilla que se abría paso a la libertad y que encontró en sus bloques el lugar perfecto para formar un hogar que va camino de cumplir medio siglo.