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Actualizado: 18 sep 2018 / 16:28 h.
  • De cómo susurrar al oído de los caballos
    Carmen Manzano (Doma Ética) trabaja con los caballos implementando las enseñanzas de la etóloga equina Lucy Rees. / Fotos. Jesús Barrera
  • De cómo susurrar al oído de los caballos
    Entender la psicología del caballo es un elemento fundamental de la doma ética. / J. B.

Partamos de una afirmación categórica: «El mundo del caballo tiene mucha violencia encubierta». Quién así lo afirma dedica su vida a estos animales. Y lo hace de una forma muy especial, consagrándose a la doma natural, aunque ella prefiere utilizar el término «doma ética». Se llama Carmen Manzano y ejerce su labor a título particular en el Centro Ecuestre Entrepinares, en Aznalcázar. Aunque va allí donde se la requiere. No es la única persona (aunque, casi) que en España realiza este método de trabajo con equinos. Y su afán es que se conozca que existe otra manera más justa y práctica de relacionarnos con unos animales que forman parte de la piel de nuestra cultura.

Con 16 años se puso delante de un caballo, su caballo. Altaï. Pero pronto advirtió que a ese animal le sucedía algo. «Tenía muchos problemas psicológicos y físicos; la monta era desagradable para él y para mí. E incluso se volvió peligroso. Y cuando empecé a consultar sólo me daban recetas para dominarle y todas conllevaban inflingirle dolor», explica. Fue entonces cuando conoció a Lucy Rees, etóloga y zoóloga galesa establecida en Piornal (Cáceres), donde trabaja y convive en la única reserva de caballos ferales (semisalvajes) de toda Europa. Otro nombre fundamental es el de Tomás Mateo, un entrenador cuyo trabajo demuestra que la vida de alto rendimiento y caballos de deporte no está reñida con tener una vida en libertad, la buena alimentación, el tener los caballos descalzos y la felicidad de estos animales.

Bajo estas influencias, Carmen Manzano comenzó a adentrarse en la doma natural o ética, una forma de ver y entender el caballo desde un punto de vista etológico (estudiando la mente y el comportamiento de las manadas de caballos en libertad para comprender su forma de actuar, comunicarse, relacionarse) y ético, donde la opinión y el sentir del caballo conforman los pilares fundamentales.

«Hoy día el término doma natural está machacado porque mucha gente lo utiliza como reclamo para vender espectáculos en los que, si miramos a los animales, vemos que estos se encuentran incómodos, molestos», dice. En un universo tan tradicional como el del caballo, no está siendo sencillo que esta nueva forma de trabajo cale. Pero poco a poco cada vez son más los interesados. «El caballo es un animal de infinita bondad y aunque se encuentre mal siempre va a querer ayudarnos. Es mucho más difícil reeducar al jinete que le ha provocado el trauma al animal que hacerlo con este», defiende Manzano, acostumbrada a tratar con personas que contratan sus servicios cuando están en un «apuro gordo, cuando al fin se dan cuenta de que la coacción no es el mejor medio».

Ni ella, hoy día, ni tampoco Lucy Rees hace más de 20 años, cuando se estableció en nuestro país, lo tienen fácil. Porque además de plantear un tratamiento más ético con estos animales, tienen otro handicap; ser mujeres. «En Internet hay cientos de personas interesadas, pero en la realidad diaria te encuentras con muchos hombres que te miran por encima del hombro». Decidida(s) a cambiar esto, Carmen Manzano, por medio de su quehacer (doma de potros, clases de equitación y recuperación de caballos) está decidida a demostrar que «el caballo es un reflejo del alma de su jinete» no es una frase hecha.

«La gente no es consciente por lo general de cuándo un caballo lo está pasando mal. No solo se trata de facilitarles agua de vez en cuando. «Solo debemos mirar su cara para ver que, en ferias, romerías y otras situaciones, están tristes». Se llama indefensión aprendida. «Es el estado en el que entran tras reiterados episodios de estrés. El caballo al saber que no tiene nada que hacer, que no hay escapatoria, entra en una especie de depresión», explica. Según los preceptos de la doma ética la regulación para mejorar esta realidad pasaría por jornadas de trabajo de menos horas, sustituir las «innecesarias herraduras» por botas que «amortiguan la pisada en el asfalto» y tener «más sensibilidad» a la hora de moverlos, entre otras acciones.

Pero, sobre todo, una por encima de cualquier otra. «Aprender sus expresiones. A menudo se oye que el caballo ‘me mordió’ o ‘me ha dado una patada o coz’. Pero el animal siempre avisa con gestos de lo que va a hacer; hay que saber advertir qué está sintiendo», defiende. Y, sobre todo, «desterrar la idea de que el caballo es como un coche que aparcamos en la cuadra y lo cogemos cuando se nos antoja». «Necesita estímulos y espacio para sí mismo. Hay que evitar que coja vicios de cuadra [estereotipia] como cuando se ponen a dar vueltas o tragar aire», detalla.

También mantiene el universo de la doma ética una cierta distancia ideológica con respecto de la denominada equinoterapia. «A menudo es una de las violencias encubiertas en el mundo del caballo. Se utilizan animales lesionados que no sirven para otra cosa. Se deberían elegir a caballos sanos y motivados pero... desgraciadamente, no siempre es así», lamenta.

CUATRO PUNTOS CLAVES DEL BIENESTAR EQUINO

1.- No recluir al caballo en un box. Necesita un espacio mayor y también precisa atención y estímulos. No es viable dejarle solo durante días.

2.- Los caballos son animales gregarios. No disfrutan de la soledad y precisan compañía equina. Deben al menos poder tener contacto visual.

3.- El caballo es un animal herbívoro, no granívoro. Por eso no puede comer solo a base de avena y paja. Debe proporcionársele heno de buena calidad.

4.- Entender su psicología, aprender a hacer un correcto trabajo pie a tierra, a la cuerda y montados son básicos para lograr que sean caballos fuertes y felices.