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Actualizado: 31 dic 2017 / 11:09 h.
  • Morante de la Puebla: retorno sin haberse marchado

Anochecía en la piel de toro a punto de doblar el mes más taurino. Son días de torear en todas partes. Con las primeras sombras, los hombres de luces y las gentes del toro se apresuraban a volver a cerrar las maletas para proseguir el nomadeo estival sin perder ripio de las noticias que escupían las breves pantallas de sus móviles. Hundidos en la noche, metidos en la carretera, iban a entretener el duermevela del enésimo viaje del año comentando una noticia inesperada: Morante se acababa de retirar del toreo...

El diestro cigarrero había compartido cartel con El Juli aquella tarde del 13 de agosto. Era un mano a mano, plato estrella de la temporada veraniega de la Plaza Real del Puerto de Santa María. El madrileño había cortado cinco orejas y un rabo aclamado por unos tendidos que habían llenado los partidarios del sevillano. Morante, que ya rumiaba algo, se marchó de la plaza entre abucheos mientras su partenaire lo hacía en hombros. Pero el matador de la Puebla, fiel a la ley de Luis Miguel Dominguín, iba a conseguir que sólo se hablara de él en esa noche estival, dejando el incontestable triunfo julista en un segundo plano.

Morante se marchaba del toreo argumentando algunas excusas de circunstancias y lugares comunes –el tamaño de los toros, la dictadura de los veterinarios– que no podían ocultar el inmenso hastío y la imperiosa necesidad de cambiar de aires. La retirada, si alguna vez fue tal, sólo era estratégica; nada tenía que ver con otros eclipses. Las definitivas razones de ese provisional fundido a negro había que buscarlas en otros estantes: la simbiosis con la tropa del magnate azteca Alberto Bailleres –con el que ha mantenido intactos los lazos de respeto y amistad– ya no funcionaba. Morante había llegado a El Puerto después de pegar un auténtico petardo en la plaza de San Sebastián con los zalduendos de su apoderado. Para más inri, el panorama en la taquilla del coso vasco era desolador. En las orillas de la La Puebla había terminado de hervir el agua.

Pero el berrinche pasó, enjugado en el paño de lágrimas que encontró en Manolo Lozano. Fue Morante el que acudió en busca del veterano taurino de La Sagra, sacándolo del lógico retiro al que ya le obligaban sus casi nueve décadas de vida. Pero este verso suelto de la poderosa casa empresarial toledana, rejuvenecido, se ha encontrado con un inesperado broche de oro para cerrar su brillante trayectoria de apoderado. Serán unas 25 corridas que el veterano mentor se ha comprometido a bordar.

A Lozano le envenena la previsible vuelta de José Tomás y pretende vincular algunos de los bolos de su nuevo matador a las apariciones del Divino que, dicen, quiere seguir haciendo la guerra por su cuenta. El madrileño suele fulminar de un plumazo cualquier estrategia que le den hecha aunque la rumorología insiste en situar el punto de arranque de la nueva época de Morante en la plaza de Jerez. Se hablaba de un mano a mano con el propio Tomás; de la despedida de Padilla ante sus paisanos y hasta de Pepe Luis Vázquez, que ya ha confirmado que volverá a acompañar a Morante en 2018 en un puñado de corridas escogidas.

A partir de ahí, todo está por ver. El primer contrato firmado por el diestro cigarrero ha sido con la empresa Pagés y sobre el escritorio que perteneció a Joselito El Gallo. Ramón Valencia, que se prestó a la performance, ya le ha atado en septiembre aunque aún sueña con convencerle para una Feria de Abril que será muy distinta sin el concurso del diestro cigarrero. Hay que reafirmar la idea. La retirada no ha sido tal. Morante dejó de torear en agosto. Pero volverá a hacerlo en la temporada 2018 con un radical cambio de entorno, estrategias y objetivos. Se trata de mejorar la calidad del ganado que estoquea; cuidar la composición de los carteles y, especialmente, elevar su caché espaciando sus actuaciones y administrando la expectación. Hay otra meta que también ha conseguido: el diestro de La Puebla ha logrado situarse por encima de bien y del mal, reafirmando su papel de torero deseado.

Dejar en blanco el ciclo abrileño también puede servir para paliar un desgaste que empezó a esbozarse en la taquilla. El torero, siguen contando, podría haber firmado las dos corridas de la Feria de San Miguel. Ese será el colofón de una peculiar temporada que aún no tiene comienzo confirmado. ~