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Actualizado: 02 ago 2018 / 10:22 h.
  • Temporada 2018: Roca quiere ser rey
    El Juli abrió la Puerta del Príncipe en la pasada Feria de Abril después de indultar al toro ‘Orgullito’, marcado con el hierro de Garcigrande. / Toromedia
  • Temporada 2018: Roca quiere ser rey

La pregunta ya la lanzábamos en el último Observatorio Taurino: ¿Quién manda aquí? ¿Es el joven matador peruano el auténtico sucesor del trono? Han tenido que pasar dos décadas para que se empiece a pensar en un relevo solvente. Morante, El Juli y Manzanares llevan varios lustros instalados en la crema de las ferias sin que ningún pretendiente les mueva la silla. Todo parece ahora distinto... Roca pasó por Pamplona cortando seis orejas; cuatro fueron en Santander y dos, en Valencia....

El Juli, al que le espolea la competencia juvenil, no se lo pondrá fácil: reventó cualquier previsión cuajando e indultando a un gran ejemplar de Garcigrande en Sevilla antes de rendir la plaza de Las Ventas en la Corrida de la Cultura. El cotizado maestro madrileño sigue detentando con fuerza un cetro que ya podría tener heredero. El calendario manda y don Julián, que nunca se ha apeado de la cima, no tendrá siempre el acelerador a tope...

Hay más: Morante ha logrado instalarse en la excepcionalidad de sus espaciados recitales. Los fracasos no afectan en nada al aura del diestro cigarrero que, por encima del bien y del mal, ha labrado su propia leyenda. El tercer tenor, Manzanares, tampoco está cumpliendo un año de esplendores, suplido con sentido de la profesionalidad pero lejos de su calidad. No podemos cerrar la nómina senatorial sin nombrar a Ponce, que navega a toda vela compitiendo consigo mismo y encaramado al tercer puesto del escalafón con 29 temporadas, sí 29, de diestro de alternativa.

Mención particular merece el extraño caso de Talavante, buen torero irregular para algunos; genio de época para otros. No es ni una cosa ni la otra aunque, eso sí, su ruptura con los fontaneros del toreo –la casa Matilla– le ha sacado del parchís. Volverá. No nos olvidamos de Perera que, fiel a sí mismo, se calienta a la vez que el verano y marcó su propia cumbre en el apoteósico bolo algecireño de José Tomás.

Hacemos un inciso para reseñar algunos nombres del grupo joven que, por unas cosas u otras, no acaban de romper el cerco. Es el caso de Ginés Marín, ya instalado en las ferias. Pero también de Román, Garrido, Lorenzo o Juan del Álamo. El más esperado, varado en su casa, es Pablo Aguado. A partir de ahí consignamos un variopinto pelotón que sirve para montar las ferias con mayor o menor fortuna. Padilla tiene sitio en todas ellas, logrando los favores e indulgencias de los públicos –sin renunciar a otro tributo de sangre– amparado por el anuncio de su retirada. ¿Y qué pasa con Ferrera? El mejor intérprete de 2017 bascula entre la profundidad y el manierismo. Su mejor versión es otra. No, no nos olvidamos de Ureña, Javier Cortés, Octavio Chacón, Emilio de Justo, y Fortes. Merecen más cancha...

La feria de Colombinas, puerto amable en espera de los riscos de Bilbao, está a la vuelta de la esquina pero será en la arena negruzca de Vistalegre donde se sentenciará esta campaña que puede dirimir el cetro. Después llegarán los meandros de septiembre. Para entonces el toreo habrá coronado rey.