Murillo en el Archivo de Indias

21 jul 2018 / 20:12 h - Actualizado: 28 jul 2018 / 22:36 h.
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Por Antonio Rodríguez Babío. Delegado diocesano de Patrimonio cultural

El próximo jueves día 26 de julio la Iglesia celebra la festividad de San Joaquín y Santa Ana, abuelos del Niño Jesús. Es fiesta grande en Triana donde, al menos desde 1266 se venera a la Madre de la Virgen con gran devoción y en cuyo honor se celebra la Velá de Santa Ana, una de las fiestas más antiguas de Andalucía, cuyos orígenes se encuentran en las personas que pasaban la noche del 25 al 26 de julio en vela ante la imagen de la Santa.

Recientemente ha salido a la luz una interesante y curiosa pintura conmemorativa de una procesión extraordinaria dedicada al misterio de la Inmaculada Concepción de la Virgen, que tuvo lugar el 24 de agosto de 1761 en Triana y que organizó la Real Parroquia de Señora Santa Ana para celebrar el patronazgo de la Inmaculada sobre «todos los reynos de España» concedido por el papa Clemente XIII a petición del rey Carlos III.

Con este motivo, la parroquia de Santa Ana celebró unas solemnes fiestas en las que se engalanó especialmente la Iglesia y la torre con colgaduras que decían: «Ana concibió a María sin pecado original». Hubo orquesta, fuegos artificiales y reparto de pan para los pobres. Del 22 al 24 de agosto se celebró un triduo solemne para el que se montó un altar de plata presidido por la Inmaculada con San Joaquín y Santa Ana. El 24 de agosto por la tarde salió la procesión que, precedida por la tarasca, figuras de gigantes y danzantes, estaba compuesta por la hermandad de Santas Justa y Rufina con sus imágenes titulares, la hermandad Sacramental, las comunidades religiosas de Triana con las imágenes de sus fundadores y el clero de la parroquia y el tribunal de la Inquisición tras el paso de la Inmaculada entre San Joaquín y Santa Ana.

Este paso es lo que muestra esta pintura, como se hace constar en la inscripción que hay en la parte inferior del cuadro: «Demostración del paso trivmphal que se dejó ver en la solemne procesción (sic) que en obsequio del Patronato de la Purissima Concepción celebró la Antigua R. Yglesia de Sra. Sta. Anna de Triana, el día 24 de Agto. de 1761».

La pintura es obra de Vicente Alanís, pintor rococó nacido en Sevilla en 1730, muerto en 1807, y del que sabemos que fue discípulo de Pedro Tortolero y de Juan de Espinal. Como informa el profesor Enrique Valdivieso en su última obra, La escuela de Murillo. Aportaciones al conocimiento de sus discípulos y seguidores, Vicente Alanís colaboró en las pinturas de la iglesia de San Nicolás y suyos son los lienzos que decoran la capilla del Sagrario de la Iglesia de Santa Catalina.

La composición de la pintura que hoy nos ocupa, que ha sido publicada por Álvaro Román en la monografía sobre la parroquia de Santa Ana editada con motivo del 750 aniversario de su fundación, así como por Enrique Valdivieso en la obra anteriormente citada, parece derivar directamente del cuadro que Francisco Herrera el Viejo realiza en 1635 para la Capilla del Hospital de la Encarnación en Triana, La Inmaculada con San Joaquín y Santa Ana, que actualmente se expone en la Fundación Focus.

Sobre un arco iris que parece salir de las imágenes de San Joaquín y Santa Ana, aparece la Inmaculada Concepción con su iconografía tradicional, con la mirada baja y las manos unidas en actitud de oración, vestida con túnica blanca y manto celeste, con la luna a sus pies y rodeada de cabecitas de ángeles.

Esta Inmaculada deriva directamente de la que Alanís realiza para el convento de Santa Rosalía, atribuida recientemente por Valdivieso, que a su vez sigue el modelo de otras Inmaculadas de Murillo, como la del Escorial o la de la Granja.

Sin embargo, es posible que Alanís tenga presente también la imagen de la Pura y Limpia Concepción que se venera en la capilla Sacramental de Santa Ana, obra anónima de 1710, que sería la que presidiría al altar y el paso instalados para estas fiestas.

Bajo la Virgen aparecen sus padres. San Joaquín alza la mirada contemplando a su Hija, con los brazos abiertos, sosteniendo el bastón y vestido con túnica verde, manto rojo y pellica. Podemos identificar al San Joaquín pintado por Alanís como el que se conserva aún hoy en la parroquia trianera, obra de Blas Muñoz, de 1664, titular de una antigua hermandad de clérigos.

Por su parte, para representar a la Madre de la Virgen, el pintor ha tomado el modelo de la imagen que preside el retablo mayor de la Real Parroquia de Señora Santa Ana de Triana, escultura fechable en el último tercio del siglo XIII. En la pintura se muestra con manto y saya ricamente bordados, enjoyada y portando corona de plata, que puede identificarse con la que realiza el platero Ignacio Villar en 1690; en sus manos lleva una azucena y una rosa.

Si bien la Santa Ana de Triana es una imagen sedente y en esta pintura aparece de pie, sabemos que al igual que otras esculturas de la época como la Virgen de los Reyes, tanto la imagen de la Santa como la de María tenían en su origen un mecanismo que les permitía levantarse y realizar otros movimientos como bendecir con sus manos.

Hay que recordar que una de las primeras fórmulas iconográficas que se usan para representar el misterio de la Concepción Inmaculada de María va a ser la denominada escena de los tallos o de los lirios, que presentaba a San Joaquín y a Santa Ana, de cuyos corazones brotaban sendos tallos que confluían en una flor de la que aparecía María, y que venía a ser una especie de resumen o síntesis de la iconografía del árbol de Jesé, que a partir de Is11,1 y del capítulo primero de Mateo, desarrollaba el árbol genealógico de Jesús.

Por tanto, Vicente Alanís se basa en el esquema de la escena de los tallos para la composición de esta obra, que como indica el texto, reproduce el paso que la Parroquia compuso para dicha procesión extraordinaria.