«No entregaré el acta; tengo la llave y haré lo mejor para Guillena»

Desde que votó contra el tripartito, su pueblo está dividido. Seis semanas después del 13J, se reafirma en su decisión pese al «acoso» que vive su familia. Y, aunque le brindó la Alcaldía al PSOE, asegura que no será un aliado para los socialistas

Iñaki Alonso @alonsopons /
25 jul 2015 / 11:30 h - Actualizado: 26 jul 2015 / 22:06 h.
  • Entrevista a Javier Pisonero, el trá¡nsfuga de Guillena. / Manuel Gómez
    Entrevista a Javier Pisonero, el trá¡nsfuga de Guillena. / Manuel Gómez
  • «No entregaré el acta; tengo la llave y haré lo mejor para Guillena»

{Han pasado justo seis semanas desde que Javier Pisonero sorprendió a propios y extraños al votar a favor de que el PSOE siguiera en el poder. Con su mano alzada, desmoronó el tripartito cerrado entre IU, PP y su partido, Guillena Sí Se Puede (GSP) y, en segunda instancia, causó un cisma social que ha dividido en dos el pueblo. No se arrepiente de lo hecho, pero sí del peaje: se quedó sin trabajo, cambió de móvil y se siente «acosado» a diario con insultos y acusaciones de haber sido sobornado que niega rotundamente. Está instalado en el miedo incluso de un posible linchamiento, ya que, pese a la tensión, sigue viviendo en su casa de Torre de la Reina y acude a los diferentes Plenos.

Tan vigilado y observado se siente que prefiere quedar para la entrevista en Sevilla, junto a la Casa de las Sirenas, donde acude con su mujer, Conchi Vázquez, que también iba en la lista de GSP. La número nueve. Solo piden calma y que esta tormenta política no afecte a sus dos hijos, de seis y cuatro años.

—¿Qué recuerdo se le ha quedado del día del Pleno?

—Eso de salir escoltado por la Guardia Civil me impactó. No esperaba eso. Sabía que mi voto iba a hacer daño, pero no para salir de esa manera y no aparecer durante días por Guillena. Un amigo nuestro nos dejó el piso y estuvimos tres días fuera, como nos recomendó la Guardia Civil. No estuvimos de vacaciones como creen algunos.

—En paradero desconocido. —Y con lo puesto. Sin dinero. A los niños los recogimos en un punto acordado por la Guardia Civil [el parking de un centro comercial]. Hasta nuestra hija decía que qué torpe era mamá que nos habíamos ido sin coger la ropa.

—Y, una vez de regreso, ¿cómo es la vida de Pisonero?

—Un infierno. Y aún no se ha calmado. Día sí y otro también vienen al pueblo –la pedanía de Torre de la Reina–, se movilizan, echan papeles con insultos debajo de la puerta, en las redes sociales el acoso es incluso mayor... El móvil, desde que vi que no paraba de recibir llamadas y Whatsapp, lo destrocé. También cancelé la cuenta de Facebook. Estaba sometido a una presión muy grande y decidí aislarme del mundo.

(Enmudece, con la mirada baja, e interviene su mujer, que es profesora): Yo llegué antes que él porque tenía que trabajar y el primer día me esperaban a las puertas del cole con carteles. Hay más de uno que me acusa de enseñar solo traición y falsedad.

—¿Se imaginaban este clima continuado de crispación?

—Mi decisión no iba a gustar a todos. A alguien tenía que defraudar. La situación política era esa: o me decidía por el pacto que no convencía a mucha gente o por dejar al PSOE, algo que también tenía mucha gente en contra. La decisión la tomé por ideología. No hubo otra cosa.

—Pero hay vídeos de asambleas en las que apoya el tripartito con PP e IU.

—Sí, pero ahí voté a favor de negociar con otros partidos, en ningún caso para pactar. También voté a favor de negociar con PSOE e IU pero no se ven los vídeos. Cada vez que salía de una asamblea, le decía a mi cabeza de partido que no veía el pacto. Lo lógico era hablar con el PSOE o ir a la oposición. No quería pactar con la derecha. Soy de izquierdas y eso lo concibo como un pacto antinatura.

—Pero, como concejal, ¿llegó a estar en las negociaciones?

—Solo al principio. La primera con IU y dos más con PP e IU. En la primera, nos tiramos los trastos a la cabeza y hasta se suspende. Ahí ya dije que no veía el tripartito y me contestó que el PSOE no nos dejaría gobernar. Pero no era ese el objetivo, sino ser la llave de las políticas, que todo lo que hiciera el alcalde se hiciera con nuestro consentimiento. Fui a una segunda reunión por el tripartito, con mejor disposición de todos pero con lagunas claves. Una reunión en la que todos llevaban sus papeles menos yo. Dicho de otra manera: se habían reunido sin mí. A partir de ahí, me apartan completamente de las negociaciones.

—¿Cuándo se entera de que el pacto se ha cerrado?

—El viernes 12 de junio recibo un mensaje citándome una hora antes del Pleno en un bar para firmar el pacto, con mis compañeros delante. Era el que quedaba por firmar, aunque anunciaban que el pacto estaba acordado. Era una encerrona, porque sabían mi postura y desconfiaban de mí. Ese pacto no lo veía y, como expliqué por carta [que buzoneó por el pueblo la semana posterior al pleno] no iba a firmar un cheque en blanco. Esa noche no dormí y, tras meditarlo con mi mujer, decido no asistir.

—En esa noche, ¿recurre en algún momento al PSOE?

—Fue una decisión familiar. Pensé hacer lo que otras veces había meditado: tirar de ideología y tener la conciencia tranquila. No he hecho nada a cambio de nada.

—En el pueblo circula el rumor de que se ha embolado 50.000 euros por este voto.

—Han dicho 40.000, 50.000 o 70.000 euros, que el PSOE ha pagado nuestra hipoteca, que me he ido de viaje a Punta Cana y hasta que el exalcalde Justo Padilla y varios empresarios habían estado en mi casa. Eso es mentira. Hasta he perdido mi empleo de repartidor a raíz de esto. Han ido a buscarme al trabajo y esa familia no tenía culpa de nada. Mi voto ha traído consecuencias de todo tipo y económicas también.

A todos los que creen que he cobrado por mi voto, pido que lo denuncien y que se abra una investigación fiscal. Estoy limpio y estoy tranquilo por ello. Entiendo que en los tiempos que corren cueste creer en personas que ponen la ideología por encima de otras cuestiones. No me meto en esto por beneficio.

—Entonces, ¿solo la ideología le empuja a esa votación?

—No soy el único. Hay votantes de Guillena Sí Se Puede, IU y PP que no están contentos con la decisión de sus partidos. Y me pregunto, ¿cuánto puede durar un tripartito así? ¿Dos o tres meses? La única satisfacción sería la de quitar al PSOE tres meses, pero después llegaría una moción de censura porque ese tripartito no iba a ninguna parte.

—¿Qué le molesta más, lo de que ha cobrado o que le califiquen de tránsfuga?

—Si a mí me llaman tránsfuga, también lo sería el de mi partido o los ediles del PP, porque ninguno votó a su candidato, sino al de IU. Yo lo único que hice es dar el voto a la lista más votada. En 1997, el que era mi candidato estaba por IU y se fue a Nueva Izquierda sin entregar el acta. Eso sí es transfuguismo. Pero me duele más que digan que lo hice por beneficio propio.

—Después de lo vivido, ¿han pensado ir a los tribunales como ha hecho el alcalde?

—Sí, estamos dando algunos pasos, sobre todo cuando en este acoso involucra a los niños. Nuestros dos hijos salieron de hecho en una foto, sin nuestro permiso, en el que aparece todos con la frase ‘Se busca a la familia tránsfuga’. Algunos de los insultos están denunciados en el cuartel de la Guardia Civil. Son menores y no hay que meterlos. Políticamente y por lo legal, que digan lo que quieran, pero a ellos no.

—¿Cómo están viviendo el proceso sus hijos?

—(Habla Vázquez) Ellos van enlazando cosas, sobre todo el mayor. Se da cuenta y pregunta cosas, como si la Policía se va a llevar a papá, qué es una denuncia o por qué no vamos a salir hoy. O preguntar por qué me asomo al balcón cuando ha pitado el coche, que era de un grupo de personas que gritaban algo así como que saliéramos del agujero. Mis niños están dentro de la casa y recogen los papeles que nos echan debajo de la puerta en los que pone Pisonero traidor, y él se pregunta por qué su apellido está ahí.

—¿Pueden salir de casa?

—(Sigue Vázquez) En la pedanía de Torre de la Reina es diferente. Somos pocas personas y se hace una vida normal. Pero si hago una visita a algún lugar, está colgado a los dos minutos una foto en el Facebook indicando que ha salido la señora tránsfuga con sus niños y llaman a la movilización. Yo no tengo que ocultarme, pero cuando aparecen con los carteles sí que me voy, porque no tienen que verlos mis hijos. Están ejerciendo una presión constante. Entiendo que pidan el acta de concejal, porque es su arma, pero que lo hagan por lo legal.

—Perdone, ¿y entregará entonces el acta de concejal?

—(Javier Pisonero): Ahora no pasa por mi cabeza entregarla. Si lo hago, no habría servido nada todo lo sufrido. Creo que esa acta representa a muchos de los 840 votantes de GSP que no estaban de acuerdo con el tripartito. No voy a renunciar al acta, porque quiero trabajar por mi pueblo. Mucha gente no estaba a favor del paso que he dado. Además, estoy convencido de que con el tripartito el PP nos habría llevado donde quisiera y no habría un gobierno de izquierdas.

—Pero, ¿seguirá respaldando al alcalde socialista?

—En el último Pleno, el de Organización, me abstuve, porque estaba conforme con la propuesta de bajada de sueldos del PSOE. Pero mi voto no es para ellos, aunque en el Pleno me llamaran tránsfuga y florero. Cuando tenga que votar en contra lo haré sin vacilar. Por un Pleno no se me va a poder juzgar. Solo pido que me dejen trabajar. Tengo la llave del gobierno y eso es una gran responsabilidad. Y haré lo mejor que sea para el pueblo, siempre partiendo del consenso. Empezará por cumplir una promesa de campaña: de todo lo que me beneficie personalmente desde el Ayuntamiento donaré el 50 por ciento a asuntos sociales.

—¿Se ha llegado a arrepentir de meterse en política?

—A mí la política me gusta y lo quiero demostrar, aunque por ahora no me están dejando. Eso sí, hay veces que pienso maldita sea la hora en la que me metí en esto. Si mi partido, GSP, me dice que el objetivo era echar al PSOE a toda costa, incluso pactando con el PP, no habría entrado en la lista. Y mi mujer tampoco. El reto era arrebatar la mayoría absoluta al PSOE, uniéndonos a la marca Podemos. Lo conseguimos y eso supuso una enorme alegría.

—¿Qué ha llegado a temer por su voto contrario?

—Mi mujer a veces tiene miedo de ir con mis niños por la calle. Y yo todavía temo una agresión física. El linchamiento te lo puedes llevar, pero siendo concejal es diferente jurídicamente.

—¿Qué apoyos han tenido? ¿La amistad puede ser más fuerte que la política?

—Hay casos y casos. Pero tenemos muchos apoyos. Lo que pasa es que no retumba.

—Pero sí existe una plataforma ciudadana que exige su renuncia, además de la dimisión del alcalde [el 29 de julio se manifestarán de nuevo en Las Pajanosas].

—Aunque haya manifestaciones, no son 3.600 personas [el número de votantes] los que quieren que me vaya. Confío en que la gente, cuando pase un tiempo, diga que están de acuerdo con mi decisión. Tengo la esperanza de que en un futuro habrá gente que se una para pedir que se haga algo y que llegue la paz al municipio.

(Habla Vázquez): Me conformo con que no haya tanta intensidad. Ha sido un palo duro para mucha gente, pero hay que dejar el ámbito familiar a un lado. Hace días estuve en Málaga, con mis padres, y, por primera vez desde el 13 de junio, salimos a la calle sin miedo. ~