A Cassandra le hace falta un juez Calatayud

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Juan Luis Pavón juanluispavon1
01 mar 2018 / 20:52 h - Actualizado: 02 mar 2018 / 09:14 h.
"Pasa la vida"

«Es reprochable social e incluso moralmente en cuanto mofa de una grave tragedia humana, pero no resulta proporcionada una sanción pena». Esta frase no solo resume a la perfección la sentencia del Tribunal Supremo que ha revocado la condena de la Audiencia Nacional a la tuitera Cassandra Vera por mofarse de Carrero Blanco 44 años después de su asesinato por ETA, a través de lamentables comentarios chistosos en Twitter. Es un faro para que toda la sociedad reflexione sobre la función de las condenas, sobre la proporcionalidad entre los daños y las penas, y sobre la reinserción de las personas que delinquen. La absolución del Supremo a una joven con poca sesera no es un aval para que cualquiera le falta el respeto al prójimo. Es una señal para extender por toda la España mediática, política y cotilla, en este colosal guirigay de las redes sociales que transparentan y catapultan la mala baba ‘de toda la vida’, el modo de proceder del juez de menores Emilio Calatayud. Y aplicar también a los adultos visceralmente faltones el ‘estilo Calatayud’, conminándoles a trabajos sociales preñados de ayuda al prójimo y bonhomía. De los que él dicta y con ello contribuye a cambiar y regenerar la mentalidad de chavales que solo vivaqueaban en los derroteros amorales, violentos, maleducados y marginales.

La libertad de expresión también tiene sus límites. Hay tipificados delitos para poner coto al enaltecimiento del terrorismo en general. O para juzgar a quien de modo cobarde tira la piedra y esconde la mano cuando sitúa en la diana dialéctica a una víctima propiciatoria del odio indiscriminado. En paralelo, se ha avanzado en incorporar a la legislación lo que tampoco existía: preceptos para preservar no solo la dignidad de cualquier ciudadano en vida, sino también el respeto al dolor de sus familiares cuando fallece y se perpetra un encarnizamiento abyecto y vomitivo. Pero el repudio social a un comportamiento lamentable como el de Cassandra Vera no debe concretarse en una pena de prisión. Lo ha dicho el Tribunal Supremo: “ella se ha basado en repetir chistes ya conocidos en las redes sociales, en los que se juega en clave de humor con la forma singular en que se perpetró el atentado”.

Tenemos que ganarnos a los iracundos para las buenas causas. No lo lograremos si los convertimos en ídolos de los sociópatas.