90 años de Morao y bronce

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Manuel Bohórquez @BohorquezCas
27 jul 2019 / 08:56 h - Actualizado: 27 jul 2019 / 09:00 h.
"Triana","Flamenco","Ópera","Arte","Formación","La calle"
  • 90 años de Morao y bronce

El Pasado 22 de julio se cumplieron 90 años del nacimiento del decano de los guitarristas flamencos, el jerezano Manuel Moreno Jiménez, Manuel Morao, una gloria del mejor toque flamenco y de la sabiduría más jonda. Nacido en el seno de una de las familias de más tradición artística, los Morao, el alumbramiento tuvo lugar en la calle Nueva del Barrio de Santiago, que era como nacer en el cielo de los flamencos, porque muchos de los grandes genios del arte jerezano nacieron en esta calle, donde, como cantaba uno de ellos, Terremoto, había un almacén, que vendían arenques, mantequilla y café.

Fue el año de la muerte de Don Antonio Chacón, el cantaor más importante de Jerez de la Frontera. Seguramente, don Manuel no va a estar de acuerdo con esta afirmación estando ahí Manuel Torres, Juan Mojama, El Gloria El Sordera o Terremoto, pero en el fondo sabe que don Antonio fue mucho don Antonio. Su primer maestro en la guitarra, Javier Molina Cundi, era precisamente el guitarrista de Chacón a principios del siglo XX.

Como suele ocurrir en Jerez y, en general, casi todos los lugares de mucha tradición de flamenco, Morao comenzó a tocar la guitarra siendo un niño de solo 8 años. Lo hizo con el citado maestro Javier Molina, que había acompañado no solo a Chacón sino a Manuel Torres, la Niña de los Peines, Juanito Mojama o el Niño Medina. Javier Molina no era gitano, por cierto, y no sé si estas cosas hay que decirlas, pero es que para Manuel Morao es algo importante. Para el viejo brujo de la guitarra de bronce, las esencias del cante, el toque y el baile son gitanas. Esa ha sido y sigue siendo su admirable lucha, estemos o no de acuerdo con sus axiomas.

Su relación con Sevilla ha sido siempre importante. En 1945, se vino a la Alameda de Hércules a buscarse la vida, donde vivían ya la Niña de los Peines, su hermano Tomás, El Gloria, La Pompi, La Moreno, Manolo Caracol y La Perla de Triana. Era entonces don Manuel un adolescente con buena formación guitarrística y mejor escuela y Manolo Caracol lo ficha para su espectáculo Zambra, donde el genio de los Ortega compartía protagonismo con su paisana Lola Flores.

Fue también en este año cuando conoció a Antonio Mairena a través del agente artístico Diego Gálvez. Ambos acaban años más tarde en la Compañía de Antonio Ruiz Soler El Bailarín, el maestro sevillano, recorriendo casi todo el mundo. Es cuando graba su primer disco con La Paquera y con Antonio Mairena, el llamado disco de Londres, en el que ya el mairenero apuntaba maneras de maestro. Y ya se dispara su carrera de una manera importante, siendo una de las guitarras más solicitadas no solo para espectáculos sino para grabar discos.

Pero don Manuel Morao tenía dos fijaciones: Jerez, su tierra, y la pureza. Estando tantos años de gira con Antonio el Bailarín comprobó que el flamenco corría el riesgo de convertirse de nuevo, como en la ópera flamenca, en un arte excesivamente comercial. Y decide dejar las giras para emprender una labor en casa, donde habían salido siete u ocho cantaores y cantaoras geniales como la citada Paquera o Terremoto, su cuñado. También El Sordera o El Serna.

A mediados de los años sesenta creó Los Jueves Flamencos de Jerez, comenzando una importante promoción de nuevos valores, que continúa años más tarde con Los Viernes Flamencos y la creación del espectáculo España Jerez. Y ya en 1987, crea la empresa Manuel Morao & Gitanos de Jerez, de donde salen espectáculos como El flamenco, esa forma de vivir, o Gitanos, esa forma de vivir. Era ya la época de las subvenciones de la Junta de Andalucía, en los ochenta, una época generosa con Morao.

Es increíble la cantidad de cosas que ha creado Manuel Morao en ochenta años dedicados a la guitarra flamenca. Todavía sigue ahí, dando ideas, consejos y lecciones. Estando cerca de los jóvenes guitarristas y participando en actos dedicados a la promoción del flamenco. Preocupado, además, por la pureza del arte gitano-andaluz, como él lo llama.

Felicidades, maestro. Larga vida.