A Forges, con agradecimiento por la visión que nos dejó del paisaje y del paisanaje

Antonio Fraguas de Pablo nos trajo paisajes costumbristas que no olvidaremos, con sus personajes incluidos y el mensaje crítico que contenían, que ayudan a entender la realidad de España

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24 feb 2018 / 22:46 h - Actualizado: 25 feb 2018 / 11:10 h.
"En verde"
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El paisaje es, de acuerdo con la definición de la década de los setenta del recordado ecólogo Fernando González Bernáldez, la percepción subjetiva de un conjunto de realidades subyacentes. Es decir, es una apreciación personal de una realidad existente que cada uno aprecia a su forma dependiendo de muchos factores. Por eso, Jaume Busquets nos manifiesta en 2009 que el paisaje es la unidad integradora y contenedora de todas las estructuras y de todos los procesos que permiten la existencia del ser humano; y también que el paisaje es un sistema de signos abiertos polisémico e incompleto. El paisaje es un concepto esencial de la Ecología en la interpretación del mundo. El paisanaje es un conjunto de personas que habitan o proceden de un mismo lugar, una relación que genera conexión entre personas (ver Diccionario de la RAE, The Free Dictionary, Word Reference u otras fuentes).

Joaquín Sabina, en su disco Alivio de luto, de 2005, tiene una canción denominada Paisanaje. Nuestro imprescindible Miguel de Unamuno, sin el que no se comprende la existencia humana totalmente, ni este país llamado España, acuñó la frase: «¡Qué país, qué paisaje y qué paisanaje!», donde explicitaba su profundo desencanto personal con el ambiente de la sociedad de la época en que le tocó vivir. En los últimos cuarenta años un humorista gráfico español nos ha retratado en sus dibujos y sus textos asociados tanto a un país diverso, como a un paisaje variado y un paisanaje múltiple. Este excepcional humorista gráfico, auténtico observador de un periodo crítico de España, es Antonio Fraguas de Pablo, más conocido como Forges. Este 22 de febrero nos ha dejado y es el momento de recordar su obra, su alcance y también facilitar su conocimiento para las generaciones que menos lo conocen, los más jóvenes, que han vivido ya otros tiempos de España más serenos.

Entre 1972 y 1976 muchos de nosotros recordamos la revista gráfica de humor Hermano Lobo, donde conocimos y seguimos de forma continuada a Forges, que nos ha acompañado casi cincuenta años con su creatividad. Esta revista se convirtió en una seña de identidad para un sector de la intelectualidad de la época del entorno de la transición política, que edulcoraba con humor muchas cuestiones y también expresaba reivindicaciones y realidades en clave de humor gráfico. Forges tuvo mucho que ver con aquello, junto con otros autores como OPS, Andrés Rábago García, al que hemos recuperado como El Roto en el diario El País, mostrándonos realidades del suceder diario de España y del mundo. No deberían faltar nunca los humoristas gráficos.

Forges se nos ha ido a la edad de 76 años. Su nombre artístico se basa, parece ser, en la traslación al catalán de la palabra fraguas, en catalán fargues; su madre era catalana. Forges fue un inventor de palabras y modismo que se incorporaron al lenguaje habitual de toda una época. Su relación con el paisaje y el paisanaje que definíamos y comentábamos al inicio de esta tribuna es muy fuerte. Antonio Fraguas de Pablo, Forges, reflejó en sus dibujos y textos acompañantes en forma de bocadillos o globos, las situaciones de la vida cotidiana que reflejaban toda una sociología de la España contemporánea. Nos trajo paisajes costumbristas que no olvidaremos, con sus personajes incluidos y el mensaje crítico que contenían, como ese sol poniente de fondo, o en una ancha cama, o una isla, o una ventanilla, o el mundo rural, o la oficina siniestra llena de conspiraciones (recordemos también a La Codorniz, que debería ser reeditada por alguna editorial al completo). Cada lector interpretaba en los paisajes de Forges lo que el dibujo le inspiraba (como nos decía González Bernáldez en su definición de paisaje como realidad subjetiva). También (como manifiesta Jaume Busquets en su definición de paisaje) la realidad de la interpretación solo estará completa con el conjunto de todos los observadores en un marco polisémico.

El conjunto de personajes que Forges proyectaba en sus paisajes era un paisanaje esencial para entender muchos aspectos de la realidad española. La lista de personajes es muy extensa ya que la casuística que pretendía reflejar también lo era. Así podemos recordar a: la pareja de Mariano y Concha ejemplo de silencios y represiones; los náufragos en su isla pequeña imaginando absurdas realidades con las que combatir su asumida falta de futuro; los Blasillos, todo un logro, caminantes por un campo yermo, dialogando con el trasfondo de la España rural permanente y no resuelta; tiernas viejecitas enlutadas; oficinistas en el límite; un matrimonio en una cama enorme que los engulle en un disparatado monólogo incongruente como diálogo compartido en un espacio sin sentido; el personaje alienado por el fútbol que todo lo interpreta en la misma clave; el político corrupto, personaje esencial de gran actualidad desgraciadamente para interpretar la realidad de España, de ayer y de hoy; el conspiranoico; y una pareja de diálogos imprescindibles, Don Quijote y Sancho Panza, inmensos y eternos desde que los concibiera don Miguel de Cervantes. Una multitud de personajes que generan un paisanaje hispano que todos interpretamos, antes y ahora.

Forges también incorporó innumerables palabras al lenguaje cotidiano, como, por ejemplo, bocata, muslamen, estupendérrimo o tocata. El interés por la ecología y el medio ambiente lo expresó Forges en su libro, en colaboración con Joaquín Araujo, El ambiente siempre está en medio (Caja Madrid. 2005), donde nos introduce al pensamiento ecológico a través de una relevante base gráfica. Un libro que habría que recuperar para interpretar los problemas de los cambios globales y especialmente sus repercusiones locales; un pequeño libro de ecología con mucho humor.

Forges en cincuenta años ha retratado a través de su obra gráfica más de medio siglo de la historia de España, mostrándonos especialmente el cambio sociológico y político que pudimos vivir en los tiempos de finales de los setenta e inicios de los ochenta, si bien su obra crítica, reflejando realidades, se ha mantenido hasta su fallecimiento, haciendo un retrato de los tiempos que vivimos y sus mezquindades. Recordemos por ejemplo, con cierta nostalgia, una viñeta, quizás del diario Informaciones, donde se veían dos adultos con traje, corbata y maletín que se horrorizaban al paso de dos niños que caminaban al colegio, y decían al ver a los inocentes niños: «Cuidado, crías de universitario». Su última viñeta en el diario El País, de 23 de febrero, nos muestra a uno de sus caminantes solitarios por el yermo inmenso filosofando sobre el tropezar dos veces, y su tierna dedicatoria a todos sus seguidores: «Os quiero, afirmo». Gracias Forges, sentimos que hayas partido tan pronto pero tu obra queda, no lo dudes.