A la guerra señor Castro, a la guerra

A la guerra señor Castro

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08 jun 2015 / 21:04 h - Actualizado: 08 jun 2015 / 21:09 h.
"Sevilla FC","Biris","Alguien tenía que decirlo","Javier Tebas","José Castro","Ángel María Villar"

Aunque uno tiene ya sus añitos, no hace falta ser muy viejo para tener el vaso de la indignación a rebosar... o rebosando. Para empezar, espantemos a los demagogos. No se trata de debatir sobre si hay que intentar eliminar todo cántico que incite a la violencia en los estadios. Claro que hay que perseguirlo. Tampoco se trata de defender a los violentos, sean de los Biris Norte, los que siempre la lían en las celebraciones del Madrid o del Barça –nunca en Sevilla, por cierto– o veteranos nostálgicos de Fuerza Nueva ahora reconvertidos en adalides de la paz. De lo que uno está harto es de que siempre se elija la ciudad de Sevilla como campo de pruebas del nuevo armamento, como un descampado en el que el niño rico y mimado puede probar sus juguetes sin temor a represalias.

Pablo Alfaro fue el único jugador sancionado de oficio sin mediar castigo alguno durante un partido (contra el Madrid). El Betis fue públicamente vejado y humillado con el cierre de su estadio después de ser capaz de identificar al solitario agresor de Armando, portero de un Athletic al que le regalaron además los puntos de ese encuentro, una tropelía sin precedentes. También el Sevilla detuvo a los indeseables que apaleron a un guarda de seguridad. También el Sevilla fue sancionado. Son sólo dos ejemplos. Dos casos entre decenas que no caben aquí. Dos agravios comparativos de una grosería supina y que sí que incita a la violencia. No hace falta recordar la lluvia de bolas de billar, botellas de cristal y pelotas de golf en el Camp Nou (no se queden con el cochinillo). Ni la agresión a un portero rival en el Bernabéu. Tampoco los cánticos de mofa a Antonio Puerta en el Calderón, o los cánticos proetarras y petardos en Bilbao.

Es tal la obscenidad de esta persecución sin disimulo, es tal el descaro de cómo el sevillismo, no sólo el grupo Biris Norte, está pagando los platos rotos por unos desalmados en Madrid, que la dignidad obliga al Sevilla a plantarse ante el poderoso enemigo. Llevará las de perder (o no...), pero no puede vivir por más tiempo arrodillado ante este sistema putrefacto. Con todas las letras: a por todas, hasta el final, a la guerra señor Castro. Tiene a toda una ciudad (en esto sí, a toda) a sus espaldas.