A Rafael Arbide

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22 nov 2017 / 18:08 h - Actualizado: 22 nov 2017 / 22:03 h.

Se fue la semana pasada como siempre actuó en su vida ; con discreción y educación. Dejando en su esposa Leticia, hijos: Rafael José, Juan Alberto, Miguel Ángel y Leticia, su hermano Joaquín. Sobrinos, nieto y amigos todos un vacío que nos cuesta cubrir.

Rafael nos enseñaba, día a día, que la tareas, el afán permanente, la actividad organizada es un modelo de comportamiento que se encaja en la sociedad dinámica de este siglo que abre sus puertas.

Nació en Cádiz pero vivió en diferentes lugares y ninguno le fue ajeno y demostró con esa vida de constante cambios profesionales la realidad que una vida bien vivida con intensidad nos da la posibilidad de vivirla en toda su amplitud.

Rafael nos enseño que el ser humano se sitúa en el centro de la actuación de un directivo de empresa y que los resultados en la consecuencia de una meditada actuación y de una acción constante.

Ingeniero de formación, comenzó trabajando de cervecero en Madrid, continuo en la práctica de la consultoría en aquellos lejanos días de la creación de Control Presupuestario donde se ponían las bases para un nuevo estilo y forma de dirigir las empresas y desarrollo grandes proyectos inmobiliario en Sevilla.Esto no fue suficiente para no optar por aceptar el reto de construir una fábrica de cerveza y desarrollarla en un país del África Central.

Siguió de consultor y director en una multinacional del sector promoviendo toda una generación de profesionales que han cubierto la vida directiva de las empresas andaluzas durante bastantes años.

Y otro cambio; al mundo de la formación como Director de la EOI en Sevilla en una época especialmente dura que el fue capaz de superar dejando una escuela enfocada a los nuevos tiempos. Seguir con su gran afán de asesorar a pequeñas y medianas empresas y dirigir la creación de la primera editorial, cien por cien electrónicas, que vio la luz en Andalucía. Por medio creo el primer sistema de control de la producción de películas en Andalucía que es capaz de prever las desviaciones y proponen actuaciones correctivas.

Y ahora, entre otras cosas, dedicabas su afán a poner en marcha el título universitario de gerente de salas de cine en coordinación con la URJC de Madrid.

Nada a Rafael le fue extraño y dedico parte de sus capacidades a contar y reflexionar lo que dejo plasmando en su libro La sociedad y sus laberintos sobre la vida como un «gran laberinto en cuyo centro estamos; en nuestros intentos por salir de él tropezamos con multitud de obstáculos, desconocidos a veces, imprevisibles en muchas ocasiones, complejos siempre, que hemos de vencer de una u otra manera y que siempre están relacionados con los tres grandes principios de nuestro devenir: la política, la religión y la convivencia».

Ahora Rafael que ya no estás comprendo mejor que nunca su idea que a vida es un constante devenir siempre hacia delante, nunca parado y expreso mi agradecimiento por estos años que hemos compartidos juntos realizando proyectos y creando futuros. Son los más satisfactorios de mi vida. Ahora tendré que enfrentarme con la realidad que no recibirá más email o mas llamadas para reunirnos y seguir en el último proyecto. Gracias Rafael