Abusan de la democracia

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Juan Luis Pavón juanluispavon1
30 ene 2018 / 22:50 h - Actualizado: 30 ene 2018 / 22:52 h.
"Pasa la vida"

No sabe la Democracia dónde llevarse su sede social. Mi consejo es que ni a Barcelona ni a Madrid. Son un puente aéreo que todo lo depreda

La Democracia está siendo objeto de continuos abusos en España. Mayormente en Cataluña. Forzada al violentarse el espíritu de las normas. Maltratada hasta ningunear a la mayoría. Engañada con una oleada de argumentos viscerales. Vaciada de contenido hasta el punto de desinteresarse por el bienestar de la población. Vampirizada para servirse de ella como élites extractivas sin más norte que morir de éxito. Ridiculizada en un interminable paripé, ahora con careta de Puigdemont, donde todos los vividores del pesebre independentista no se creen ni lo que dicen ni lo que hacen, pues la estrategia siempre es elevar a la máxima potencia el postureo y abocar a que el Estado intervenga (a ser posible con porras, como ayer por la tarde los Mossos en el entorno del Parlamento autonómico) para poner coto a su caos pero sin atreverse a quitarles el poder del mayúsculo clientelismo en medios de comunicación, escuelas, universidades, fundaciones,... A su lado, las chirigotas parecen serias y adustas como los monjes de Silos.

No sabe la Democracia dónde llevarse su sede social. Mi consejo es que ni a Barcelona ni a Madrid. Son un puente aéreo que todo lo depreda. Mejor que se oxigene en el Bierzo, o en la Axarquía, o en el Valle del Jerte o en la Alcarria. Necesita congraciarse con los Campos de Castilla, con los Alcores sevillanos, con el Pirineo aragonés, con el Occidente asturiano. Con la España más grande, que sufre por partida doble (falta de estrategia de país para el futuro, y eclipse institucional porque solo hay ojos para el monotema catalanizante) las consecuencias del colosal retroceso del talento en la gobernanza desde que la inquina se impuso a la concordia en la infame gestión de los atentados terroristas de 2004 en Atocha.

La aplicación solo a medias, durante el pasado otoño, de la prerrogativa para preservar en Cataluña la legalidad, ha desembocado en otra tóxica ración de días de la marmota. Era un momento excepcional, se evitó un golpe de Estado de las familias del 3% contra la mayoría de los catalanes y contra el conjunto de España, pero faltó grandeza para presentar una lista electoral de Juntos por la Constitución, y faltó liderazgo para destituir a quienes controlan la televisión y radio autonómicas como una máquina de sectarismo. La heroica pero pírrica victoria de Ciudadanos queda jibarizada por la imperiosa necesidad que tienen los secesionistas de volver a controlar toda la Generalitat y ordeñar su presupuesto. Puigdemont es un icono de usar y tirar. En este carnaval quieren que sea Rajoy (o al menos Soraya) quien se queme en el entierro de esa sardina.

La política está derivando en un culto al oportunismo y estar ocupadísimos sin atender sus obligaciones para legar a las próximas generaciones un país más próspero y menos desigual. Y la Democracia necesita identificar una instancia que la ampare. Pero observa con gran preocupación que se está endosando al Tribunal Supremo y al Tribunal Constitucional jugar a lo que deberían ejercer el Congreso de los Diputados, la Presidencia del Gobierno y el Ministerio del Interior. Las más altas magistraturas del Poder Judicial no pueden hacerlo todo. Ni evitar los goles en propia meta que se han metido de modo contumaz los sucesivos equipos alineados en la mesa del Consejo de Ministros pregonando que en Cataluña hay mucho ‘seny’. Ya se ve. Basta escuchar a Piqué, soberbio jugador de fútbol con la cabeza llena de insensatez sociológica, espejo de muchos jóvenes educados en la falta de empatía a España, negando que el ‘eterno rival’ sea de Barcelona. Tabarnia pura.