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Acercamiento

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24 dic 2017 / 10:00 h - Actualizado: 24 dic 2017 / 10:01 h.
"Cofradías"

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Los acontecimientos se precipitan este domingo, cuarto de Adviento y, a la vez, Nochebuena. Una semana, en unas horas, en las que, además de la cena familiar y festiva, habrá que preparar los caminos. Toca encender la cuarta vela de la corona de Adviento y a la vez limpiar la casa, ordenarlo todo y disponer espacio para todos los invitados. En el sentido literal y en el figurado, en el que nos invita a detenernos y mirar cómo celebramos estos días los cristianos. Esta noche recibiremos cientos de felicitaciones, sobre todo por WhatsApp –las postales ya han llegado–, y no faltarán las que animen a abreviar esta fiesta pensando ya en la que los cofrades celebramos por todo lo alto: la de la pasión y muerte –porque también la de la Resurrección nos pasa a veces desapercibida. Menos mal que la hermandad de Santa Marina ha cambiado su horario–, cuando todavía no nos ha dado tiempo a completar la preparación de la espera. El Niño viene con adelanto, aunque sea en la misma fecha de todos los años.

Esta noche es Nochebuena y se abre un nuevo tiempo de esperanza, una nueva oportunidad que los cofrades podemos aprovechar de la mano de la Esperanza de Triana, en un Año Jubilar –que arrancó con este Adviento y culminará el día de la Esperanza, dentro de este mismo tiempo litúrgico, pero ya en 2018–. Todo un año que desde la calle Pureza –con motivo del sexto centenario de la fundación de la hermandad– nos invita a nacer de nuevo, a limpiar esa casa figurada para acercarnos al que por tres veces cayó camino de la cruz, derrotado como hombre, para ser levantado, de entre los muertos, como Dios. La corporación de la Madrugá ha preparado con mimo esta celebración que incluye una salida extraordinaria, en un nuevo acercamiento de la Esperanza a sus hijos.

Porque Dios, como en esta noche, está empeñado en acercarse a los hombres, en estar y vivir junto a los hombres... y, por esto, como ya ocurriera cuando fue condenado el agresor del Gran Poder, no se me ocurre mayor castigo para el que intentó quemar el Sagrario de la basílica de San Lorenzo que esa orden de alejamiento. ¡Cuatro años sin poder acercarse al Señor! Cuatro años sin el ratito de los viernes, sin el encuentro cotidiano en la basílica, sin poder besar ese talón que tanto reconforta, sin besar esas manos que todo lo pueden, sin la misa de niños que te hacen crecer volviendo a descubrirlo todo... Cuatro años. Menos mal que existen otras vías de acercamiento.

Disfrutemos de su cercanía, volvamos a Belén, a ese establo –hoy basílica que gestionan los ortodoxos–, al pesebre, al padre Manuel Ávalos acunando en sus brazos al Niño Jesús mientras le canta villancicos. Disfrutemos de este domingo, que es a la vez una semana y Nochebuena, pues todo lo demás llegará. ¡Feliz Navidad!