Los medios y los días

Agosto, San Ramón Nonato

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10 ago 2019 / 07:59 h - Actualizado: 10 ago 2019 / 07:59 h.
"Los medios y los días"
  • San Ramón Nonato
    San Ramón Nonato

Lo único que me gusta de agosto es el día de mi santo, San Ramón Nonato. Es un tío que me cae bien sobre todo por lo del candado que le pusieron en la boca para que se callara de una maldita vez y no se empeñara en convertir a más musulmanes al cristianismo. Además, era catalán, leo que nació en 1200, en Portell, cerca de Barcelona, de familia noble. Él nació, pero su madre murió en el parto y dicen que por eso le llaman “non natus”, no nacido, y es el patrón de las parturientas y de las embarazadas.

No sé qué necesidad tenía este hombre de llevar la vida que llevó, los nobles durante la historia medieval y moderna europea parece como si vivieran en el remordimiento perenne de ser ricos. Cuando redactaban sus testamentos le donaban tierras a la Iglesia –por supuesto- y encargaban numerosas misas pro anima mea, conscientes tal vez de lo del camello, el ojo de la aguja o de la soga -como queramos llamarle a ese pasaje del Evangelio-, los ricos y el Reino de los Cielos. O sea, a ver si con unos rezos y unos bienes raíces hacemos que Dios corrija al Hijo y cambie de opinión en este aspecto. Y, por lo que observo, para mí que ha cambiado.

Mi tocayo ingresó en la orden de los Mercedarios y llegó a lo más alto. Se fue a Argel a rescatar esclavos y a ofrecerse de rehén cuando se le acabó el dinero que le habían dado para los rescates. De paso predicaba y predicaba el cristianismo, a los cristianos esclavos para que no cesaran en su fe y a los musulmanes para convertirlos. La autoridad islámica no sabía qué hacer con este hombre porque si lo mataban podían perder el dinerito que los Mercedarios podían dar por su liberación y por la de más esclavos cristianos. De manera que lo detuvieron y lo trataron de cualquier manera hasta que cayeron en la cuenta de que aquel cautivo valía dinero. Pero Nonato siguió en sus trece, predicando. Entonces, dicen que “el gobernador islámico, enfurecido ante tal audacia, ordenó que se azotase al santo en todas las esquinas de la ciudad y que se le perforasen los labios con un hierro candente. Mandó ponerle en la boca un candado, cuya llave guardaba él mismo y sólo la daba al carcelero a la hora de las comidas. En esa angustiosa situación pasó San Ramón ocho meses, hasta que San Pedro Nolasco –fundador de los Mercedarios- pudo finalmente enviar algunos miembros de su orden a rescatarle”.

Debe ser duro que te digan que cuando tú naciste tu madre murió por eso, se debe sentir uno como un asesino y con un eterno sentimiento de culpa por más que te digan que se debió a la voluntad divina. Yo no sé si fue por eso por lo que este hombre se dedicó a mortificarse así, siendo noble como era. El caso es que me gusta porque también podría ser el patrón de los bocazas y yo soy muy bocazas, he muerto muchas veces por mi boca, como los peces, y aunque he pedido perdón nadie me ha creído ya, como en el cuento de Pedro y el lobo. He resucitado, pero en los demás he dejado una herida más o menos profunda que no olvidan. En cierta medida, al nacer yo, he matado a algunos y algunas. San Ramón Nonato es el mejor de los santos que me han podido asignar. Lo que no sé es cómo se las arreglaba para comer, yo le recomiendo unos buenos cuencos de gazpacho absorbidos con una pajita. Con eso puedes aguantar hasta que Dios quiera. Ahora creo que San Ramón Nonato le predica a Dios para que permita que las mujeres se puedan embarazar con comodidad las veces que quieran sin que tengan miedo a que las echen de los trabajos. Espero que no le vuelvan a colocar otro candado porque entonces sería ya el patrón de los cerrajeros, del amor en los puentes y de la libertad de expresión.