Algunas reflexiones sobre el tejido industrial

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23 sep 2016 / 21:47 h - Actualizado: 23 sep 2016 / 22:08 h.

España es también un país industrial, pero actualmente el peso de este sector se ha reducido considerablemente, siendo su aportación al Producto Interior Bruto baja, poco más del 14 por ciento, pasando a ocupar un segundo papel. Asumiendo la relevancia y el impulso económico el sector servicios. Durante la crisis en este sector se destruyeron aproximadamente 900.000 empleos. Recuperar lo que se ha destruido desde el inicio de la crisis es un reto complicado, pero sin lugar a dudas necesario. A todos los sectores de actividad ha pasado factura la situación de crisis, y el desgaste ha sido importante. Es indudable que la recuperación de la actividad industrial es clave para progresar social y económicamente. Siendo positivos y realistas, se progresa cuando la lista de fracasos es extensa, y a partir de estas situaciones, somos innovadores. Por lo que todas las decisiones que se tomen para recuperar la actividad, serán fundamentales.

El saldo del indicador de clima industrial (ICI) en España publicado por el Ministerio de Industria, en agosto de 2016, se situó, en 4,7 puntos negativo, corregido, es decir, aislando las variables estacionales. Este dato supone un retroceso de 6 puntos respecto al mismo mes del año anterior, y 1,8 puntos inferior respecto al registrado en julio del mismo año. Los factores que mide este indicador son la cartera de pedidos, que ha disminuido en 7 décimas, el stock de productos terminados que empeora, creciendo en 3,8 puntos, y el nivel de cartera de pedidos, es decir las expectativas de producción, que desciende un punto. La evolución tanto intermensual como interanual es negativa. Y el peor dato interanual es el de las expectativas de producción que retrocede en 7,2 puntos, el stocks de productos también es negativo, crece 6,2 puntos y la cartera de pedidos baja 4,6 puntos.

Estos datos nos reflejan una tendencia descendente y confirman la necesidad de impulsar medidas en el tejido industrial apostando y reforzando determinados factores que influyen en su avance. El impulso de los espacios productivos, con actuaciones concretas que a corto y medio plazo mejoren sus condiciones, instalaciones y servicios de calidad, medios de transporte y logística al alcance, entre otros. Dar soluciones a las barreras de la concentración de actividades económicas en espacios eliminando los problemas de inseguridad, contaminación. Las estrategias de diversificación y de internacionalización cuyo diseño atienda al tamaño reducido del sector en cuanto al número de personas que emplea, y a las dificultades de financiación dependiente sobre todo de la tradicional, entidades financieras.

Respecto al empleo, factor fundamental. Las opiniones de las empresas industriales que recoge la ECI respecto a la percepción sobre la evolución del empleo también es negativa para los próximos meses. Y respecto al mes anterior el empleo en el sector industrial ha descendido 1,4 puntos. A pesar de estos datos, la industria es un sector clave para generar y mantener el empleo, y ya no podemos decir que sólo genera empleo de baja cualificación y que no aporta competitividad y desarrollo, son ideas que como muestran los datos hay que desechar. En la actualidad representa la mitad del total del empleo cualificado y no cualificado. El 41 por ciento de las personas empleadas en la industria son cualificados con educación universitaria, el 24 por ciento tienen educación secundaria y el 34 por ciento educación primaria.

Aun así el sector necesita medidas acordes a sus necesidades que favorezcan el ajuste entre los perfiles profesionales para cubrir los puestos de trabajo que demandan las empresas y las ofertas profesionales. Necesidades no relacionadas con recuperar los puestos destruidos, sino nuevas oportunidades relacionadas con la innovación en nuevos materiales, tecnología de la información y comunicación y mejoras en la eficiencia de la producción. Se trata de desarrollar programas que se adecuen a sus necesidades y reforzar acciones relativas a la colaboración entre empresa y educación, desde la formación profesional a la universidad.