Altura moral

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11 jun 2018 / 19:20 h - Actualizado: 11 jun 2018 / 19:21 h.
"Hispalíneas"

Creo que no exagero si digo que, en España, la mayoría de sus ciudadanos vive estos días momentos de alivio y que son muchísimos los que, tras años de pesimismo, vuelven a pensar que las reglas de la democracia no son tan malas porque, más allá de terminar con el desgobierno del PP, la inoperancia del Congreso de Diputados y el pudrimiento de las aguas estancadas tanto de la corrupción institucional como del secesionismo, el triunfo de la moción de censura ha servido no sólo para abrir la posibilidad de una regeneración del país sino también para sumar una fuerza muy importante a la de una Europa que intenta cobrar bríos en una situación muy difícil.

Después de muchos años España vuelve a alinearse en la selección europea y lo hace cuando nuestro continente está en una coyuntura en la que juega al mismo tiempo contra populismos que derivan hacia el nacional-fascismo a velocidad progresivamente acelerada (en el momento en que escribo estas líneas Italia cierra sus puertos a un barco con más de medio millar de refugiados) y por no perder el papel que hasta hace poco la mantenía a la cabeza del mundo civilizado. Es en este momento cuando se necesita –mucho más que convocar o no elecciones– tomar decisiones estratégicas en campos como el de la vertebración nacional, el del impulso a las energías renovables y al desarrollo sostenible, el afianzamiento de las libertades, impedir que siga creciendo la brecha social y que continúe deteriorándose la sociedad del bienestar... Y se necesita, sobre todo, altura moral. En el gobierno y en la oposición.