Animal turístico... pero racional

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19 feb 2018 / 21:20 h - Actualizado: 19 feb 2018 / 23:27 h.
"Hispalíneas"

El local de los antiguos Almacenes Lirola, en la calle Lagar, cerrado desde hace decenios va a convertirse en un hotel y lo mismo sucederá al que fuera comisaría de policía de la Gavidia, sede de la brigada politico-social de la dictadura. El casco histórico, vacío de ciudadanos, será dentro de poco un inmenso hotel con cientos o miles de restaurantes. Aristóteles definió al ser humano animal político, o sea, animal ciudadano porque en aquel tiempo era la polis –la ciudad– el lugar en el que se producían las relaciones y las reflexiones. Parece que esa etapa está terminando y nos acercamos aceleradamente a otra en la que podríamos ser definidos como animales turísticos puesto que ya son bastante más de 1.000 millones las personas que viajan anualmente y dentro de dos o tres decenios se prevé que sean el doble. Así que estamos a punto de poder decir que «turistas somos todos».

Evidentemente, que una parte importante de la humanidad tenga la posibilidad de conocer el mundo viajando por placer a lugares distintos del que vive es algo que jamás había sucedido en la Historia. Lo que ya ha sucedido otras veces (y la última hace solo 10 años) es que un fenómeno global esté siendo llevado adelante de forma absolutamente desordenada y sea movido, principalmente, por el afán de enriquecimiento de unos pocos que, ganando mucho dinero y teniéndolo a buen recaudo no les importa –como pasó con el ladrillo– dejar tras ellos de nuevo el paisaje de desolación de una crisis mundial. El animal turístico, como el político, debe ser ante todo racional.